Solicitar una cita online

Click here to book the appointment using setmore

Dilema de boda


 Dr. Miguel Ángel Núñez

PREGUNTA

“Tengo un dilema. Cada vez se pone más complicado. En cinco meses más me voy a casar, pero no sé cómo enfrentar los líos familiares que tengo y que no son mi responsabilidad. Mis padres se divorciaron cuando yo era niña, tenía cuatro años de edad. Poco después mi madre se volvió a casar con un hombre maravilloso, que siempre me ha tratado como hija y nunca me ha dejado. Tengo dos hermanos más y la familia que me han dado ha sido estupenda. En todo este tiempo me he mantenido en contacto con mi padre. No digamos que nos llevamos estupendo, pero al menos lo veo una o dos veces por año. Él también se volvió a casar y tiene otros hijos, que conozco pero no trato. También me he mantenido en contacto con mi abuela, la madre de mi papá que vive cerca. Ahora que me voy a casar ella me ha dicho que lo que corresponde es que él me entregue en el altar porque es mi padre, pero siento que eso sería traicionar a quien ha sido mi padre en todos estos años, el que siempre ha estado conmigo incondicionalmente, de hecho a mi padrastro le digo “papá” y a mi padre lo llamo por su nombre, nunca le he dicho papá. Ahora, le conté a mi mamá lo que estaba pasando y ella me dijo que era mi decisión, pero vi su rostro de desilusión cuando le conté. Ella se lo contó a mi abuela, su mamá, y ella le dijo que si mi padre venía ella no iba a la ceremonia. Fui a hablar con el pastor que nos va a casar para que me orientara y quedé peor, él me dijo que lo correcto era que mi padre me entregara en el altar porque él me dio la vida y me citó eso de “honra a tu padre y tu madre”. Mi papá (padrastro) es un hombre muy bueno, lo amo, es mi padre, no me ha dicho nada, pero sé que se sentiría triste, aunque es muy respetuoso y no me forzará a nada. ¿Qué hago? ¿Quería que mi boda fuera espectacular y esto me está haciendo muy infeliz, siento que estoy al medio y no sé cómo dejar contentos a todos?”


RESPUESTA

Querida amiga:

¿Por qué te complicas con algo que es tan simple?

Padre no es el que engendra sino el que cría.

Padre es el que está en tus dolores y alegrías. El que te cobija y te lee una historia cuando te vas a dormir.

Padre es el que te acompaña cuando pasas una vergüenza y te abraza porque sabes que en ese momento no necesitas una reprimenda.

Padre es quien está cuando te lastimas, para ofrecerte su mano y curar tus heridas.

Padre es quien está cuando todos se van, para apoyarte, animarte, ayudarte y decirte: ¡Vamos! ¡Tú puedes! ¡No estás solo!

Padre es el que se queda al lado de tu madre para amarla y sostenerla, porque sabe que haciéndolo te da a ti, como hija el mejor regalo.

No es padre el que engendra y luego no está presente. No deberías dudarlo, tú has tenido alguien que te engendró y que no es tu padre y alguien que te adoptó y que sí es tu padre. Si alguien no lo entiende no es problema tuyo.

Comienza hablando con tu abuela paterna y dile que tú respetas sus sentimientos, es su hijo, pero que tú no te has criado con él y que tu cercanía es con tu verdadero padre, él que te ha criado. Dile que te apoye. Señálale para que no tenga dudas que tú quieres que esté en tu boda, pero es su decisión.

Luego, habla con tu abuela materna, y dile que la amas, que ella es muy importante para ti, pero que la boda es tuya, no de ella, que si realmente te ama, debe respetar tus decisiones, no eres una niña para que te manipule. Dile que es bienvenida en la boda, pero si decide no ir, será su decisión y es ella la que se perderá la oportunidad de estar en la boda de su única nieta.

A continuación llama por teléfono al varón que te engendró, y dile que es bienvenido a la boda, que es una buena oportunidad para estrechar lazos, pero que tú pasarás al altar del brazo del hombre que consideras tu padre espiritual, el que ha estado contigo en todo este tiempo. Si es maduro emocionalmente lo entenderá, si no, ni en cien años entenderá el mensaje, así que afligirte no vale la pena.

Luego, anda con una gran sonrisa y dile a tu verdadero padre, al que ha estado a tu lado, al que te ha cubierto de abrazos, el que te ha curado las rodillas cuando te caíste, el que estuvo cuando cambiaste los dientes, cuando tuviste tu primer enamorado y tu primera desilusión y dale la alegría que se merece por haber estado todo este tiempo a tu lado y dile que él será quien pasará contigo al altar porque es tu padre. No soy adivino, pero imagino las lágrimas que seguramente correrán por sus mejillas. Es una buena oportunidad para que le digas a él lo importante que ha sido para tu vida.

A continuación, habla con el pastor, no lo conozco, no creo que tenga malas intenciones, pero sí un mal enfoque. Dile que la boda es tuya, que vas a pasar al altar con el hombre que consideras tu padre y que el resto de la familia estará presente, probablemente, y de testigos. Dile que si siente incómodo de dirigir la ceremonia o si va a decir algo al respecto, que te diga porque aún estás a tiempo para buscar a otro pastor para que te case. Sé clara, se firme, se asertiva y no te olvides que la boda es tuya, y por supuesto de tu novio, que en todo este cuento parece que está ausente porque no dijiste nada de él, porque seguramente está esperando que tomes una decisión para apoyarte.

A modo de reflexión final

Cuando leí tu carta me sentí triste, me dio pena pensar en que los adultos son tan egoístas que no piensan en las consecuencias que puede tener una palabra usada a destiempo o dicha en una forma inconveniente.

Es cierto, Dios dice: “Honra a tu padre y a tu madre”, no hay duda del mandato, pero tiene un límite que tiene que ver con las consecuencias de las decisiones de los padres y madres. Honrarlo no significa hacer todo lo que dicen ni perder la autonomía personal.

Tampoco implica pasar por alto todos sus errores como si éstos nunca hubieran existido. Honrar es no devolver al mal con mal, es no maltratar, es tratar de entender los errores, pero no para excusarlos, sino para seguir viviendo en paz.

Se pone una carga muy pesada sobre los hijos cuando se los obliga a rendir honra a personas cuyas acciones no merecen ese trato, sin embargo, como hijos de Dios no estamos llamados a devolver el mal con mal, pero sí a comprender que los hijos tienen el derecho de tomar sus propias decisiones, por mucho que no nos gusten a nosotros de manera personal.

Por último, la boda no es de los testigos ni siquiera del pastor. Es de los novios. Es su momento. Respetar los deseos de quienes se van a casar es un acto de justicia y de respeto. La única función del pastor es solicitar una bendición a Dios y actuar como un agente que dará paz y alegría a una pareja que busca contar con la bendición divina. Cualquier otro rol, está demás y no corresponde. 
________________________________

Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio. 


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
No se permite la publicación de este material sin la previa autorización del autor.
Read More

Bueno, sano, profesional, no tan feo, busco esposa


Dr. Miguel Ángel Núñez

PREGUNTA

Leo constantemente los consejos que escribe en su sitio de preguntas, muchas gracias por el esfuerzo que hace. Tengo un poco de vergüenza al escribir, pero, lo hago con la confianza que he ido adquiriendo por la forma que tiene de responder. No quisiera que mi nombre se supiera, por eso que escribo de manera anónima, porque, en realidad, me aflige lo que me pasa y me daría más pena si otros se enteraran lo que vivo. Aparentemente soy una persona exitosa. Soy profesional, tengo 30 años. Voy a la iglesia, no me meto en problemas y vivo, digamos de manera normal. Tengo mi propio departamento que compré con mi trabajo. Me llevo bien con mis padres y con mis hermanas (soy el único varón de la familia). No me considero feo, aunque no soy espectacular. Hago ejercicio, me mantengo en forma, uso lentes, parezco nerd, pero no me considero despreciable. He tenido dos novias, me he enamorado profundamente, pero, ellas han cortado conmigo, sin darme explicación y me he quedado más solo que bolígrafo al lado de la carretera. Una de ellas se casó con un hombre no cristiano, que parece galán de televisión, pero por lo que se ve no la trata muy bien. La otra, también buscó a una persona de muy buen físico, de apariencia deportiva y buen mozo. Tengo miedo de buscar a otra chica, no quiero encontrarme con la misma situación. Pero, no quiero quedarme soltero, quiero formar una pareja, tener hijos y casarme. Tener una buena familia como tuvieron mis padres. Mis hermanas y mi mamá, especialmente me presionan para que busque a alguien. ¿Cómo hago para encontrar a alguien que esté buscando a un galán normal, y no a un artista de cine? ¿Será que mi pregunta es seria o estoy simplemente pensando cómo adolescente?

RESPUESTA

Querido amigo:

No estás loco ni estás actuando como un adolescente. Lo que te ocurre, es perfectamente normal y a tu edad, más que importante.

Es importante que tomes en consideración algunos elementos claves antes de darte una respuesta a lo que te está aquejando.

La compleja realidad de los profesionales solteros

La realidad es que los profesionales adultos, que ya han salido de la universidad y están construyendo una vida profesional, son los que suelen tener más problemas para tener parejas estables. En muchos casos, porque sus trabajos les impiden entregarse como corresponde a la relación de pareja, pero en muchos otros, simplemente porque con el tiempo van adquiriendo rutinas que hacen que se tornen en personas más apegadas a ritos cotidianos y estén poco dispuestos a flexibilizar su vida por una relación con otra persona, o también porque se van poniendo cada vez más exigentes y exquisitos.

No sé cuál es tu razón, pero alguna debe de ser. Tú eres un buen prospecto, joven, profesional, independiente e inteligente, si hasta ahora no te has casado es porque de algún modo has generado algún tipo de situación que hace difícil el entablar una relación contigo. Algunas posibles razones son.
  • Estas casado con tu trabajo. No es extraño que jóvenes profesionales que se inician en el mundo del trabajo se entreguen tanto a su labor profesional que dejen las relaciones afectivas en el último tramo de la escalera, sin darle la importancia que esto tiene. Es probable que alguna de las novias que tuviste se percató de eso y a nadie le gusta ser la última cucharada de la sopa.
  • Tienes conflictos para interactuar con mujeres. Los varones criados con mujeres desarrollan dos posibles problemas. Por una parte, aversión a las mujeres por reacción a malas experiencias tenidas con sus familiares femeninas, no es tu caso, porque me mencionas que te llevas bien con tu madre y hermanas. En otros casos, el asunto es positivo pero complicado, como han vivido toda la vida con mujeres, no tienen problemas para relacionarse con ellas, y por lo tanto, tienen facilidades para tratar a las mujeres con confianza y con amistad, el problema es que terminan siendo amigos, teniendo muchas mujeres a las que tratan como si fueran “hermanitas”, y nadie quiere, a menos que esté enfermo, “casarse con el hermanito”.

Así que examina en qué situación estás, porque de alguna forma puedes ser el causante de que te hayan dejado… por dos galanes de cine.

Ser el hermano de las hermanas y el hijo de la madre

Tú tienes una peculiaridad, que en muchos sentidos, debe estar en el fondo de lo que has vivido. Un varón hermano entre hermanas, y único hijo masculino de una madre, suele en general ser cuidado como si fuera el diamante de la reina.

Es probable que tus novias no te lo hayan dicho, pero ir de visita a casa donde hay hermanas y una madre y que te miren como scanner de aeropuerto, intimida a cualquiera.

Lo más probable es que estés en el ojo de la tormenta todo el tiempo, tus hermanas y madre, queriendo saber con quién andas, qué hace, qué dice, qué come, qué respira… si yo fuera novia tuya en ese ambiente, saldría arrancando. Ya las suegras asustan, cuando a eso se añaden hermanas es de terror.

La próxima vez que tengas novia o que tengas algún proyecto de novia, habla con tu familia y diles, por favor NO SE METAN. Tienes que pedirles a ellas que te den espacio. Nadie dice que no te aman, pero aún el amor tiene que tener límites, de otra forma, tendrás “novias fugitivas” para rato.

Tu madre y tus hermanas no tienen derecho a presionarte. El amor a presión siempre resulta mal, porque de algún modo buscarás a alguien para satisfacer requerimientos de otros, por muy importantes que ellas sean para tu vida, no son parte de este proceso, es sólo tuyo.

Ponte en campaña

Hay mujeres que se dejan guiar por lo externo, son tan superficiales como algunos varones que sólo ven cuerpos bonitos. Para empezar, tienes que preguntarte qué ha pasado contigo que te has fijado en dos novias así… Por mucho que sean cristianas, la iglesia no transforma automáticamente, alguna van a la iglesia sólo como un club social. Es evidente que en algún momento te deben haber dado muestras de lo que buscaban, y que tú no encajabas en su perfil.

Si realmente quieres conocer a alguien ponte en campaña. Sal de tu círculo habitual de amigos y amigas. Inscríbete en actividades donde puedas ampliar tus horizontes. Lee, eso te dará más ideas de conversación y dejarás de ser un “nerd” medio aburrido. Participa en toda actividad que te de la oportunidad de conocer a alguna chica. Como intuyo que no tienes problemas para tratar a las mujeres, ten cuidado de no aparecer como “el hermanito” ni pongas tu trabajo en primer lugar, si vas a encontrar a alguien debes priorizar.

Por ahí debe haber alguna chica que es más bien tímida, que se dedica a sus actividades y que se debe andar preguntando por qué los varones son tan tontos que no se fijan en ella si es un buen partido. De hecho, hay alguna mujer para ti, sólo tienes que salir de tu ostra y comenzar a relacionarte con otras personas.

Cuando conozcas a alguien no te aferres a ella como si fuera tu tabla de salvación, a nadie le gusta ser salvavidas, a menos que tenga complejo de “mamá”, y en ese caso, mejor huye porque mamá ya tienes y de plus hermanas que acompañan.

No encontrarás alguna esposa quedándote en tu casa rumiando tus fracasos, por ese camino no sólo serás soltero, también te quedarás viejo y amargado. Sal de tu madriguera y comienza a participar, intégrate a cuanta actividad encuentres donde exista una potencial esposa. Eso implica, involucrarte en actividades donde participen solteras, porque de otro modo no te sirven.

Espero que pronto me escribas para contarme que conociste a alguien y que estás saliendo de tu ostracismo.

Te deseo lo mejor.

________________________________

Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio. 


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
No se permite la publicación de este material sin la previa autorización del autor.
Read More

El odio que destruye


Dr. Miguel Ángel Núñez

PREGUNTA

“Pastor, me resulta muy doloroso hacer esta carta. Soy cristiana desde hace cuatro años, tengo 36 años, pero odio profundamente a mi madre. Hace 10 años que no le hablo, no la visito ni siquiera permito que ella se me acerque. Tengo una lucha muy grande dentro de mí, porque ahora soy cristiana y por más que lo intento, no puedo superar ese sentimiento que tengo hacia ella. Cuando tenía 15 años me embaracé, mi madre hizo un escándalo, me golpeó e hizo un drama del que aún no me repongo. Me sacó del colegio, al principio quiso que me casara con el chico que salía, luego se arrepintió. Me tuvo todo el tiempo escondida, no permitía que nadie me viera. Me llevó a otra ciudad, donde familiares de ella, cuando nació mi hija, ella me la quitó de los brazos, sólo permitió que la tuviera cinco minutos, luego la dio en adopción. Nunca más he sabido de ella. Ni siquiera sé quién la tiene. Con el tiempo me distancié de mi madre. Peleaba todo el tiempo. Ahora estoy casada, mi esposo es también cristiano. Tengo dos hijos adolescentes a quienes amo entrañablemente, pero este sentimiento no me deja. Culpo a mi madre de haberme privado de ver crecer a mi hija. Pudo tener buenas razones, pero, aún no lo asimilo. ¿Qué hago, soy cristiana y odio a mi madre? Me siento mal cada vez que voy a la iglesia sabiendo que tengo este sentimiento. Los días de las madres son para mí un calvario. ¿Qué hago? Cuando mis hijos me han preguntado por la razón por la que no me comunico con mi madre ni la visito, ni permito que ella nos visite ni permito que mis hijos la vean, siempre respondo con evasivas, ellos no tienen idea que tienen una hermana y mi esposo me ha prometido, por amor a mí, que no les dirá. Estoy en un momento de mi vida donde no sé qué hacer, esto me está matando”.


RESPUESTA

Querida amiga:

No sé qué sentiría si me hubieran arrebatado de las manos a Mery Alin o Alexis Joel, sólo sé es que probablemente abrigaría sentimientos similares a los tuyos. Tienes todo el derecho a sentir lo que sientes, no te hace bien, pero tienes derecho a sentirte herida, molesta, enojada e indignada. Pero vamos por parte, para que entiendas claramente lo que quiero expresarte.

Los derechos de los padres

No sé cómo comenzó la idea de que los padres son dueños de sus hijos y tienen que decidir por ellos. Por muy buenas razones que tu madre tuviera, no tenía derecho a hacer lo que hizo. Nada la justifica ni la exime, cometió un error, actuó con soberbia, imposición y en un acto totalmente arbitrario sacó a su nieta no sólo de tu vida, sino también de la de ella. En muchos sentidos se autocastigó, tanto como te castigó a ti.

En las sociedades moralistas en las que hemos vivido (no me dices de donde escribes, pero si lo haces en español, probablemente provengas de una familia hispana)… sigo, en nuestros contextos donde el moralismo ha podido más que el sentido común, la mayoría de los padres al ver que sus hijas se embarazan sin estar casadas, no piensan en primer lugar en sus hijas, sino en ellos. Se dejan persuadir del pensamiento erróneo de que sus hijas los han humillado, cuando no logran entender que la persona más dañada es la hija que no sólo tiene que vivir un embarazo no deseado sino además la reprobación social por el hecho.

No tenía derecho tu madre a quitarte tu hija. Legalmente estabas, a los 15 años, bajo la tutela de ella, pero de todos modos, ella no tenía autoridad para decidir por un hijo que no era de ella sino tuyo. Niña como eras, igual tenías que ser considerada.

Nada excusa a los padres que toman este tipo de decisiones que no sólo son erradas sino crueles.

Tus derechos

Ahora, han pasado 21 años. Tu hija debe tener esa edad. ¿Por qué no la buscas? Lo más probable es que ella se ha estado haciendo muchas preguntas en todos estos años. Debe estar tan dolida como tú lo estás, por razones diferentes. No sé cuánto sabrán sus padres adoptivos, pero es muy probable que le falta conocer una versión, la tuya, y eso le haría muy bien. Contrata algún servicio, consulta si en tu país existe alguna ley que te permita acceder a los datos de adopción, haz algo. No te quedes con los brazos cruzados. La vida se va demasiado rápido y esas preguntas que nos hacemos, terminan por minar nuestra fortaleza interior al grado que nos destruyen.

Búscala. Trata de hablar con ella. Es probable que no quiera verte. Pero, conociendo la psicología de los hijos adoptados, es muy difícil que no quiera saber algo sobre ti. Debe tener muchas preguntas, y es una buena terapia para sanar heridas. Las tuyas y las que ella probablemente tenga. No importa cuán amorosa haya sido la familia que tuvo, si no estuviste tú, su madre, en su vida, es probable que sienta un vacío inexplicable hasta el día de hoy. Así que tienes oportunidad de ser parte de su vida, y al menos, dar explicaciones que ella seguramente está esperando, en algún lugar por allí, ansiosa de abrazarte, aunque tú no los sepas.

Trágate tus heridas y deja de sentir autocompasión. Busca a tu hija, hazlo por último por ella, por lo que ella pudiera precisar, será tu forma de cerrar un ciclo.
Tal vez, al conocerla, al llorar en sus brazos, al abrazarla, comiences a sanar esa herida abierta que tienes y es probable que eso te ayude a superar otros conflictos.

Tus hijos no son culpables

En segundo lugar, estás poniendo sobre tus hijos una carga que no les corresponde. Los estás usando como arma de venganza en contra de tu madre. Tus hijos no son responsables por las malas decisiones que tomó tu madre.

Es sintomático que en tu carta no hables de tu padre. A veces el silencio dice más que las palabras. Es probable, como suele suceder en cuestiones emocionales, que tu padre estuvo ausente todo el tiempo, es la herencia del machismo y de una cultura que ha convertido a los varones en meros espectadores de las emociones de otros, sin participar, y manteniéndose a una distancia segura, pero cómoda al final. Sin comprometerse.

No dejes que tus hijos crezcan con ese sentimiento de que tú y tu mamá tienen problemas, y ellos están al medio. ¿Qué enseñanza le estás dando con esto a tus hijos?

Reúnelos. Habla con ellos, con los dos y estando presente tú esposo. No importa cuánto te cueste. Revélales la verdadera razón por la que estás distanciada de tu madre. Aunque te parta el corazón, aunque llores a mares, aunque te quedes por momentos sin habla, cuéntales. Eso les permitirá asimilar lo que te ocurre y les permitirá tomar sus propias decisiones.

Luego, no les impidas ver a su abuela. Si ellos se enojan con ella por lo que ha sucedido contigo, no importa, es algo con lo que ellos tienen que vivir, y con lo que deben crecer. Pero, invítalos a no odiar ni tener resquemor, eso no hace bien, no te ha servido a ti, tampoco les servirá a ellos.

¿Te imaginas lo que puede sentir tu hija si se entera que además tiene dos hermanos? Tus hijos también pueden tener una sensación distinta al saber que tienen una hermana mayor. No los prives de esa sensación.

El poder del odio y del resentimiento

El odio es poderoso. Es una fuerza irracional que destruye, pero afecta mucho más al que odia que al que es odiado. En toda esta ecuación, la más afectada eres tú. Es probable que tu madre haya racionalizado lo que hizo pensando que fue lo mejor para ti, pero tú, te has enquistado en el odio, y eso no te permite ser plena.
El odio es la peor respuesta. El odio siempre termina por destruir. Aniquila las fuerzas y torna a las personas que odian en individuos que terminan destruyéndose a sí mismos y de paso, destruyendo todo lo que está a su alrededor.

No puedo decirte “deja de odiar”, no es así de fácil. Lo que puedo señalarte es que el camino del perdón, siempre es el más difícil, el menos transitado, pero al final del camino, que puede llevar años, resulta ser el más iluminador y conmovedor. Dejar de odiar nos libera y nos permite vivir. Ahora sólo sobrevives, no vives.

La Dra. Lourdes E. Morales-Gudmundsson, profesora de la Universidad de la Sierra, en Riverside, California, en su libro Te perdono, pero... (México: Gema Editores, 2009) señala que el "resentimiento es un relato atorado. Se lo cuenta de la misma manera vez tras vez, y la persona que lo cuenta siempre es la víctima". En muchos sentidos, el resentimiento inmoviliza y no permite crecer y avanzar.

La misma autora señala que "negarse a perdonar y albergar resentimientos es como tomarse un veneno y esperar que muera la persona que nos ha ofendido". Puedes leer un escrito más extenso que escribí sobre esto titulado “la psicología del resentimiento”.

El camino del perdón

Perdonar no es fácil. Quién te diga lo contrario miente. El perdón es una de las acciones más difíciles que existe. Implica cerrar heridas, comenzar de nuevo, construir.

Yo creo que el perdón, al final de cuentas es un milagro, especialmente si durante todo este tiempo tu madre no ha dado muestras de arrepentimiento por lo que hizo, que es lo más probable, porque de otro modo, hace rato que habrías comenzado a sanar.

Cuando alguien se arrepiente y pide perdón, eso constituye un paso importantísimo. Cuando no ocurre, es muy difícil el proceso de sanar.

La filósofa judía-alemana Hannah Arendt (1906-1975) señala que si no fuera por el perdón, los seres humanos estaríamos condenados a cargar las ofensas de toda una vida, para siempre. ¿Te imaginas la carga que eso supone?

El perdón no implica reconciliación

Uno de los problemas con el perdón es que se ha espiritualizado tanto que automáticamente entendemos que perdonar implica reconciliación, y eso es inhumano. ¿Cómo podrías reconciliarte con un abusador que no se arrepiente de su abuso? Conozco a una hija, cuyo padre es una persona neurótica, con rasgos narcisistas, maltratador, abusivo, megalómano, con síndrome de mesianismo, ella lo ha perdonado, pero no quiere tenerlo en su vida, siente que le haría daño a ella y a su familia ¿quién puede acusarla? ¿Quién tiene derecho a juzgarla?

Como señala la Dra. Lourdes E. Morales-Gudmundsson
El perdón es como una calle de un sentido. Sale de la persona ofendida y se dirige hacia su ofensor. Cuando llega al ofensor, éste puede o no aceptar el regalo que su víctima le extiende generosamente. Si lo acepta, habrá un arrepentimiento acompañado por una disculpa sincera. Esta disculpa le abrirá paso a la reconciliación. Si el ofensor no acepta el regalo, entonces cerró la puerta de la reconciliación. Por lo tanto, la reconciliación debe entenderse como una avenida de dos sentidos: Por una vía pasa el perdón inmerecido de parte de la persona ofendida hacia su ofensor y, en sentido contrario, la confesión y el arrepentimiento del ofensor hacia la víctima.
El perdón es dejar que pase, en otras palabras, es no estancarse, no quedarse pegado en el recuerdo que te hiere o saborear la herida de manera permanente para sentir permanentemente autocompasión. Sin embargo, si la reconciliación puede volver a abrir las heridas o las personas que perdonamos no están dispuestas a cambiar, nada te obliga a relacionarte con ellas. A veces, estar lejos es la mejor forma de vivir sanos emocionalmente.

Mucho de la carga que sientes es porque crees que perdonar es reconciliarse, y no es así. Perdona para no odiar, perdona para no caer en la amargura, pero sigue viviendo, sin esa carga que te atormenta. El perdón en la Biblia implica:
  • No pagar mal por mal. “Asegúrense de que nadie pague mal por mal; más bien, esfuércense siempre por hacer el bien, no sólo entre ustedes sino a todos” (1 Tes. 5:15).
  • Reciprocidad. Hacer por otros lo que esperaríamos que hagan por nosotros. “No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará” (Lc. 6:37).
  •  Vivir el ejemplo de Cristo. “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Ef. 4:32).

¿Cómo superar el resentimiento?

La palabra griega que usa la Biblia para referirse a perdón es la expresión aphieme, es una palabra extraña porque no tiene una traducción literal, puede significar algo como “dejar ir”, “soltar”, “dejar libre”, “dejar escapar”. Expresa la idea que al no perdonar la persona está atada, esclavizada al objeto de su resquemor, tal como tú lo estás ahora.

Shanon Heynes, en su hermoso libro que deberías leer y que se titula Tus cicatrices son hermosas para Dios (El Paso, TX.: Casa Bautista de Publicaciones, ) dice que:
la única persona que se ve afectada cuando elijo no perdonar soy yo misma… La única persona a la que lastimas cuando eliges no perdonar… eres tú. Es como si yo estuviera golpeando mi cabeza contra la pared para castigar a otra persona.
Libérate, deja escapar el resentimiento que tienes, porque sino no sólo te morirás más luego, dañarás a todos los que te rodean empezando por tus hijos. No pienses que tu madre merece que la perdones, en realidad, nadie merece perdón. El perdón es un obsequio que das porque entiendes que no puedes vivir esclava de un rencor toda la vida.

Algunas cosas que puedes hacer:
  • Admite que tienes un problema. Reconocer que se está enfermo es el camino para sanarse. Sin confesar tu pecado de odio, deseos de venganza y resquemor, es poco lo que Dios puede hacer en ti.
  • Enfoca esos sentimientos de ira en algo constructivo. Vengarse, dañar y provocar a otra persona, no te ayudará a ti ni a nadie.
  • Escribe lo que sientes, una larga carta, que nunca enviarás, pero te servirá para enfocar tus verdaderos sentimientos.
  • Empieza a pensar en cómo se desencadenan en tu vida el odio y el resentimiento que sientes. Piensa en tus recuerdos, las situaciones que has vivido con tu madre, los pensamientos que te genera y luego, medita en cada uno de ellos, y piensa qué podrías haber hecho de pensar no negativamente sino positivamente en cada uno de ellos. Por ejemplo, mi madre me quitó a mi hija cuando tenía 15 años, ahora tengo 36 años, no me puede privar del deber de buscarla. Es algo que puedo hacer.
  •  No rumies rencor. Eso hacen algunos animales que no piensan, tú haz distinto. Toma tu vida en tus manos. Concéntrate en qué puedes hacer y no en lo que ya no pudiste. No pudiste impedir que te quitaran a tu hija, nadie puede privarte ahora del derecho de buscarla.
  •  Mira el problema desde todos los ángulos, incluso tratando de ponerte en la perspectiva equivocada de tu madre, no para justificarla, sino para entenderla. Luego, no la condenes, siente lástima por ella por último, porque también se privó de una nieta y al final perdió a una hija… también ella debe estar sufriendo.
  • Comienza a aceptar lo que puedas cambiar, no te quedes lamiendo las heridas del pasado que no puedes alterar. Eres dueña de tu futuro, no de tu pasado, pues concéntrate en lo que viene.
  • Piensa en utilizar tu dolor de una manera positiva, esa es la lección del libro Tus heridas son hermosas para Dios. Podrías, por ejemplo, asociarte a algún grupo de personas que han vivido una experiencia similar como la tuya y trabajar para crear leyes para que eso no vuelva a suceder, si no hay ninguna, pues crea una. Ve a algún colegio y comienza a dar charlas a otras jovencitas para que aprendan de tus experiencias, para que no se expongan. Háblales a otras madres de tu dolor, para que no sometan a sus hijas a la crueldad que tú has vivido. El compartir tu experiencia te dará nuevas fuerzas para seguir y de ese modo, construir una vida diferente.
  •  Deja de lamentarte. La auto conmiseración no lleva a ningún puerto, sólo al desánimo y la depresión. El sentir lástima por ti misma no ayuda. Construye a partir de lo que has vivido, pero no sigas lamiendo tus heridas, eso no sirve. ¿Has sufrido? ¿Y qué? ¿Hay personas que han sufrido tanto o más que tú? Construye a partir de tu dolor, no te hundas en el resentimiento y la amargura, eso no te ayuda.
  • Comienza hablando con tus conocidos. Tu madre escondió tu embarazo y un nacimiento una vez, no escondas tú lo que te pasa. Eso le dará la oportunidad a la gente que te conoce de entender porque eres tan extraña a veces, además, encontrarás personas caritativas que estarán dispuestas a ayudarte en la tarea no fácil de reencontrarte con tu hija.
  • Empieza a cultivar una actitud distinta. No es justo lo que pasó, concedido, pero no te quedes allí. La vida sigue ofreciendo mucho. Tu resentimiento probablemente no te ha permitido gozar la compañía de tu esposo ni la de tus hijos, además, que no les has dado la oportunidad de crecer.
  • No gastes energía en lo que no sirve. Ocúpate en algo que si sirva, en buscar a tu hija, en ayudar a otros, en prepararte para encarar a tu madre en algún momento, en resumen se proactiva y no mera reactiva. Lo primero lo hacen quienes aprenden a vivir, lo segundo, las personas que no maduran emocionalmente.
  • No uses la religión como excusa. Dios no puede hacer lo que no le permites. Invítalo a entrar a tu vida, pero déjalo que limpie tu mente de pensamientos negativos.

Querida amiga, la tarea que tienes por delante no es fácil, pero concéntrate en el final, en la posibilidad del reencuentro con tu hija, en la posibilidad de ayudar a otros, y por qué no, en la inmensa posibilidad de que llegue un día en que puedas dormir en paz, sin odio, porque con resentimiento la vida es sólo una pesadilla.
________________________________

Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio. 


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
No se permite la publicación de este material sin la previa autorización del autor.
Read More

Casamiento entre primos

PREGUNTA

“Tengo una amiga que ha comenzado a enamorar con su primo. Ella dice saber que está mal lo que hace, pero pese a todo va a continuar porque lo quiere. Noto que está emocionalmente ligada a él porque llora cuando se da cuenta que está mal y que debería terminar, sin embargo, después neciamente dice que va a continuar. Estoy preocupado porque cada vez le importa menos las consecuencias. He sido claro con ella, pero no he insistido más porque no quiero ser una molestia sino más bien una ayuda. Necesito tener argumentos para ayudarla. En realidad, sólo sé que no está bien pero no sé cómo argumentarlo de manera correcta”.


RESPUESTA

Apreciado amigo:

Hay situaciones que están en un área gris y complica tener una respuesta clara. Intentaré ser lo más objetivo posible en la respuesta en un asunto que no es sencillo de abordar.

El testimonio bíblico

Voy a empezar por lo que aparentemente es más fácil, aunque es aparente, porque en la Biblia no hay un argumento absoluto, al contrario, hay situaciones más o menos complejas de resolver. Vamos por parte.

Se suele citar Levíticos 18 como argumento para oponerse a los matrimonios entre primos, sin embargo, si se lee con cuidado lo que el texto llama “parientes cercanos”, no incluye a primos, de hecho no son mencionados. Así que esa cita no sirve para los efectos de hablar de primos. Tampoco cuando algunos usan esta cita bíblica para sostener que la vinculación entre primos es incestuosa, porque de hecho, no son mencionados en Lv. 18.

Algunos argumentan que en la Biblia los primos son llamados “hermanos” y en ese caso, sostienen, Levíticos 18 serviría como argumento, pero, nuevamente al leer el texto con cuidado no se observa dicho énfasis, al contrario, el texto es sumamente gráfico en mencionar quién es hijo de quién para que no exista dudas al lector. Al contrario, para complicar el asunto cuando Abraham mencionaba que Sara era su “hermana” (Gn. 20:2), estrictamente no estaba mintiendo porque ella era su medio hermana, hija de su padre Taré, pero de distinta madre (Gn. 20:12), así que la cercanía genética era mayor.

Al leer el texto bíblico el asunto se complica más porque hay escritos que parecen avalar la idea de casarse entre primos, sin mirarlo como algo malo. Por ejemplo:

En Génesis se menciona claramente que Jacob estaba casado con Raquel, la hija de su tío Labán, es decir, con su prima (Gn. 28:2; 29:10-12). Lo interesante es que en ninguna parte de este texto o de otro de la Biblia hay alguna condena a este matrimonio del cual nació José y Benjamín. De hecho, Jacob también tuvo como esposa a Lea, hermana de Raquel, es decir, se casó con otra prima.

En Números 36 se cuenta la historia de las hijas de Zelofejad, un hombre que murió antes de entrar a la tierra de Canaán y no tenía hijos varones, por lo tanto, como era un caso extraordinario le consultaron a Moisés qué hacer porque les pareció injusto que su descendencia no recibiera heredad por este hecho, atendiendo a la costumbre del momento que sólo los varones podían recibir herencia. Luego de analizar el asunto y consultar a Dios, concluyeron que ellas tenían que casarse con alguien de la tribu para garantizar que la heredad no se perdiera y fuera a dar a otra tribu. Por eso les pusieron el mandato de que si se casaban tenía que ser obligatoriamente con personas de su tribu. Ellas se llamaban Majlá, Tirsá, Joglá, Milca y Noa y la Biblia señala que “se casaron con sus primos” (Nm. 36: 11 NVI). Algunos traductores no les gusta esta traducción y ponen como en la RV95 “se casaron con hijos de sus tíos paternos”, pero eso es primos, en ese caso, primos hermanos. La Biblia de las Americas traduce “se casaron con los hijos de sus tíos”. Resolvieron el asunto de la heredad casándose con sus primos, de esa manera, se garantizó que el consejo de Dios se cumpliera, y de paso, en ninguna parte de la Biblia se condena la elección de estas hermanas.

Otro caso se menciona en 2 Cr. 11:18 donde se señala que Roboam tomó por esposa a Mahalat, hija de Jerimot hijo de David, y a Abihail, hija de Eliab hijo de Isaí, es decir, se casó con la prima. Tampoco, como en el caso anterior hay una declaración de oposición a esta situación.

Por otro lado, cuando se dan las indicaciones acerca del sumosacerdote se indica en Lev. 21:13 que tomará como esposa a una mujer virgen y luego en el versículo siguiente señala claramente que su cónyuge será de su parentela, si se compara con Lv. 18:6, no pueden ser los “descendientes directos” mencionados en dicho texto, sino otros, no mencionados, y la única opción que queda es primas. De esa forma lo entendieron los judíos a través de su historia, por eso los rabinos judíos hasta ahora no tienen conflictos en casar a primos.

Así que desde el punto de vista estrictamente bíblico, no hay argumento en contra, al contrario.

La razón del enamoramiento entre primos

La razón fundamental porque los primos se enamoran es por la cercanía. Porque existen múltiples situaciones en las que se conocen, juegan, hablan, son amigos y tienen tantas actividades juntos, que fácilmente, el aprecio de parientes pasa a ser amor en otro sentido. No es anormal que aquello ocurra, de hecho, es mucho más frecuente de lo que se suele hablar.

Si los amigos tuvieran la misma relación que se produce entre parientes cercanos como los primos, entonces, habría más matrimonios entre amigos, lo que sería el ideal, casarse con alguien que se conoce bien.

El asunto de la genética

Por mucho tiempo se ha sostenido de manera taxativa que mientras más cercana sea la vinculación genética de una pareja, más posibilidades existen de que sus hijos nazcan con alguna secuela negativa atribuida a la cercanía genética.

Sin embargo, el asunto no es tan claro desde el punto de vista científico. En un estudio publicado en el Journal of Genetics Counseling en el año 2002 por un grupo de genetistas dirigidos por el Dr. , Arno G. Motulsky profesor emérito de medicina y ciencias genómicas de la Universidad de Washington, titulado “Genetic Counseling and Screening of Consanguineous Couples and Their Offspring: Recommendations of the National Society of Genetic Counselors”, (ver texto completo) mostró que contrariamente a lo que se cree comúnmente las parejas formadas por primos pueden tener hijos sin un gran riesgo de que padezcan defectos congénitos.

Estadísticamente el estudio muestra que los primos hermanos presentan un mayor riesgo de tener hijos con algún defecto genético, retardo mental o alguna enfermedad genética, sin embargo, dicho riesgo no es especialmente grande como el tabú popular señala.

El estudio señala que el riesgo de tener un hijo con alguna enfermedad genética en la población general oscila entre un 3 y un 4%, sin embargo, entre primos se debe sumar un 1,7 a 2,8%, que no es un guarismo especialmente alto.

Los investigadores basaron sus conclusiones en una revisión de las seis principales investigaciones realizadas en el tema entre el año 1965 y 2000 y que en conjunto abarcan miles de nacimientos.

Según una entrevista publicada en el Diario La Nación, Dr. Motulsky, señala que los médicos genetistas conocen hace mucho tiempo que es pequeño o nulo el peligro que implica casarse y tener hijos entre primos.

La realidad social y legal

La realidad es que en EE.UU. 44 estados prohíben el casamiento entre primos y 7 tienen la limitación de que antes de casarse deben consultar con un consejero genético. No obstante, ningún país de Europa tiene una ley similar, y al contrario de lo previsto, en Medio Oriente, África y Asia, dichos matrimonios son bien vistos.

El estudio muestra que en algunas regiones del mundo entre el 20% y el 60% de los matrimonios son realizados entre parientes biológicos cercanos.

El estudio señala que aplicar el término “incesto” a la vinculación entre primos no es correcto, sólo debería ser aplicado a relaciones entre hermanos o padres con hijos. El mito de los riesgos no puede ser, según el estudio realizado, validado con estadísticas o evidencias certeras.

En realidad, lo que los primos que se quieren casar deben descubrir si no existen en su país impedimentos legales en ese sentido.

La necesidad de consejería genética

En algunos países ya es una rutina que las parejas antes de casarse soliciten los servicios de un consejero genético que puede ayudar a la pareja a realizar un estudio familiar para establecer los riesgos de afecciones congénitas y de esa manera tomar una decisión responsable sobre tener o no hijos. Los primos deben ser guiados en este sentido, tal como cualquier otra pareja en condiciones de casarse.

En algunos casos especiales se necesitarán algunos test preconcepcionales y durante el embarazo, los genetistas recomiendan análisis sanguíneos convencionales para indagar por algún tipo de afección.

Casos famosos y cuidados

El estudio menciona el caso de personajes famosos casados con primas como el de de Charles Darwin, quien se casó con su prima Emma Wedgwood con tuvo 10 hijos completamente sanos.

Muchos otros casos pueden señalarse en este sentido, donde las estadísticas muestran que el 93% de las parejas con primos no tendrán problemas con una descendencia sana, una cifra similar a la de parejas sin lazos consanguíneos en este sentido.

Evidentemente, el riesgo aumenta (7%) en parejas de primos, pero los expertos señalan que con ayuda de consejeros genéticos y con la guía y orientación de expertos en la materia, es posible minimizar los riesgos.

Problemas familiares

Personalmente, creo que el riesgo mayor es tener problemas familiares derivado de tener parientes comunes tan cercanos, en ese caso, sería difícil que los familiares no se entrometan en su relación, sin embargo, en ese caso se está ante la presencia de un riesgo que todas las parejas enfrentan.

Establecer límites, entender que existirá algún tipo de fricción por tener una historia común, o porque tendrán que enfrentar situaciones donde se les pedirá tomar partido por algún pariente, esa será una complicación que tendrán que enfrentar, pero que no es mayor, si se lo piensa bien, con lo que deben vivir otras parejas.

Conclusión

Supongo que no esperabas que mi respuesta iría por este lado, pero, intento ser lo más objetivo posible cuando respondo y no puedo decir negro, cuando es verde. Los primos que se casan, en general tienen que lidiar más con los tabúes que con una prohibición bíblica o una razón genética. En ese caso, deja tranquila a tu amiga y dile que tome algunos resguardos porque en este caso, si se llega a pelear con el “primo”, tendrá problemas con tíos, tías u otros primos… y en ese caso, es complicarse la vida, pero, ante el amor y los afectos, ¿quién tiene la respuesta definitiva? Como en esta situación y otras, tampoco tenemos derecho a ser conciencia de otros ni decidir por ellos.

Por otro lado, los puedes animar a preguntar a algún abogado especializado en asuntos de familia que investigue si en el país donde residen existe alguna prohibición de casamiento entre primos, porque en ese caso, tendrían que tomar una decisión al respecto, en caso de que legalmente no estén autorizados.

Entender, apoyar, comprender y no juzgar es la cuestión, como siempre.

________________________________

Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio. 

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
No se permite la publicación de este material sin la previa autorización del autor.
Read More

Embárcate en un crucero

Dr. Miguel Ángel Núñez

PREGUNTA

“Soy viuda. Tengo 60 años. Tuve un buen matrimonio. Mi esposo murió hace seis años, luego de una larga y penosa enfermedad. Mi último hijo se fue de casa un tiempo después. Llevo casi tres años viviendo sola. Soy una mujer en muchos sentidos plena. Mis hijos son todos buenos, pero ellos tienen su vida. Viven lejos, algunos en otro país, suelo visitarlos tres o cuatro veces al año. Soy una mujer sana, vivaz, alegre, y provengo de una familia longeva, por eso creo que me queda mucha vida por delante. Sin embargo, no quiero pasar el resto de mi vida sola. ¡Ya me siento profundamente sola! Cada vez que llego a casa luego del trabajo, siento un pesar enorme, una soledad indescriptible. No tengo perro ni gato, y no quiero tenerlos tampoco. Lo que deseo con toda mi alma es un compañero, alguien tan bueno como fue mi marido. La única vez que me atreví a decirle algo al respecto a mi hijo mayor, se enojó conmigo y me dijo de manera muy brusca que mis deseos eran una traición a la memoria de su padre, así que me quedé chasqueada y no me atreví a correr riesgos contándoles a mis otros hijos. Luego, le hablé al pastor de mi iglesia, el me quedó mirando, se sonrió (con una risa que más me pareció una mueca), luego me dijo simplemente, “hermana, por qué no mejor se dedica más a la obra misionera”, ¡eso fue todo! Me quedé abrumada. Comunico a otros mis creencias en mis ratos libres, pero al llegar a casa quisiera que me estuviera esperando alguien, con quien charlar, ver televisión, mirar una película, salir a pasear… ¡Es tan duro comer sola! ¡Tan difícil irse a la cama sintiendo que la soledad me pesa una tonelada! Tengo recursos, puedo vivir tranquila el resto de mi vida, sin problemas. Trabajo porque no quiero estar en casa. Tengo dos amigas, una viuda y la otra divorciada, y sólo me han metido miedo, me dicen que es probable que me encuentre un don nadie. ¿Qué hago con esta sensación de soledad? ¿Cómo recupero la alegría? ¿Es demasiado pedir desear tener un compañero para el resto del viaje?”.


RESPUESTA

Querida amiga:

¡Búscate un novio y déjate de tonterías! ¡Pásalo bien! ¡Manda a la gente —incluyendo al egoísta de tu hijo mayor— a la punta del cerro! ¡Vive! ¡Disfruta! Que la soledad es morir en silencio.

Una vida buena

Es perfectamente normal que las personas que han gozado de un buen matrimonio, quieran experimentar de nuevo con el casamiento. Un matrimonio bueno, augura una vida buena. Tienes todo el derecho del mundo a desear tener un compañero.

La vida es amar, quien no ama, se pierde la totalidad de su existencia. La soledad más amarga es la que se vive sin tener a alguien al lado a quién contársela. Es la soledad de la multitud. La soledad de la indiferencia. No tienes por qué vivir el resto de tu vida con ese sentimiento desgarrador que tienes. Nadie te obliga a la soledad. Deja de vivir pensando en lo que dirán los demás, por ese camino, no avanzarás y terminarás tus días amargada y con una sensación de estar viviendo en una prisión.

Alguien a quien amar

Sólo procura no vivir un amor egoísta que te tenga a ti como centro. Busca alguien a quien amar.  El amor se desarrolla mejor cuando procuras dar y cuando estás pendiente de la felicidad de otro. En el amor no hay lugar para el egoísmo. Así que busca a alguien que necesite tú amor y entrégaselo con toda la alegría del mundo, como si fuera tu primer día del resto de tu vida.

El amor verdadero exige que tú no estés en el centro de la ecuación, sino que estés dispuesta a no buscar a alguien sólo para satisfacer tu necesidad de compañía, por ese camino puedes cometer el error de convertir a la otra persona en sólo un medio, y eso no es justo para nadie. Si estás dispuesta a buscar la felicidad de otra persona, entregarte para amar sin condiciones, entonces, tendrás como resultado natural todo, compañía y amistad.

Muchos cometen el error de confundir el amor con la satisfacción de necesidades. Es perfectamente lícito que no quieras estar sola, no es correcto que utilices a otra persona. Eso es amor adolescente e infantil. Una persona que ha crecido en el amor sabe que el amor tiene un componente de sacrificio y entrega, y paradojalmente, eso es lo que hace que sea tan pleno.

Lo complejo del asunto, es que debe encontrar a alguien que se entregue tanto a ti como tú a él. Porque el otro componente fundamental del amar es la reciprocidad, de otro modo, se convierte en lenta agonía.

La importancia de ser honesto consigo mismo

Tú estás siendo honesta contigo misma. Hay personas que no lo son nunca. Es probable que tus amigas tengan la misma sensación tuya, pero se mienten a sí mismas, que es a la larga la peor mentira. Hay que ser honestos consigo mismos de manera implacable, aunque eso implique que el resto de las personas no te entienda o no quiera entenderte, porque siempre es más fácil vivir un baile de máscaras, que dar la cara a la vida, sin mentiras que te anulan.

Hay gente que te va a apoyar y otras no, ¿y qué? Ellos no están en tus zapatos, no viven tu soledad, no conocen tus sentimientos. Sé honesta contigo misma y deja de buscar la aprobación de otros. No caigas en la dolorosa vía del conformismo, muchos lo hacen, por eso alguna vez el filósofo Henry David Thoreau escribió: “La mayoría de los seres humanos llevan una vida de silenciosa desesperación”. No permitas que eso te pase a ti. Eres arquitecto de tu propio porvenir.

Busca a un amigo

La verdadera relación de pareja se basa en la amistad, así que busca un amigo, alguien que te acepte por lo que eres, no por lo que pareces ni por lo que tienes. Una persona que sea capaz de conversar. Alguna vez leí en un libro de Frederick Nietzsche que decía “el matrimonio es una larga conversación”, y tenía razón. El diálogo honesto, respetuoso, con cariño y bondad, es la base de una buena relación.
No le creas a quienes dicen que no debes enamorarte de un amigo, esas personas, simplemente piensan con los estereotipos de las novelas de Corín Tellado o con las estupideces de las telenovelas… La vida es mucho más sencilla, una relación basada en la amistad produce estabilidad.

Reír, dialogar, conversar hasta que el sol los sorprenda en la mañana, esa es la relación que necesitas, y por ahí hay alguien que anda buscándote, tanto como tú a él.

Ponte en campaña

No vas a encontrar novio recluida en tu casa, no eres monja, así que abandona los hábitos de la rutina de viuda solitaria que ve pasar el mundo detrás de su ventana. ¡Ponte en campaña! ¡Has de la búsqueda un trabajo! Dices que tienes recursos, así que trabaja medio tiempo, el resto dedícate a buscar, como si de eso dependiera tu vida… en realidad, de eso depende tu vida…

Hazte socia de clubes de personas mayores, empieza a visitar círculos cristianos, viaja, deja a las amargas de tus amigas y ve en busca de tu Romeo que no vendrá solo a cantarte debajo de tu ventana, tienes que ir y mostrarle que tú eres la mejor alternativa para su vida, y eso se logrará sólo cuando te atrevas a exponerte, a ser vulnerable, a dejar que te conozcan.

Muchas personas prefieren rumiar su desesperanza y amargura que salir a buscar a la persona que puede acompañarles el resto del camino… No dejes que eso suceda. En ti está el ser feliz o no. Es cierto que te puedes equivocar, pero, no estás muerta, así que si conoces a alguien y no reúne todas tus expectativas, entonces, déjalo a la orilla del camino y sigue avanzando. Por eso es tan importante la amistad, porque en ese contexto puedes conocer sin compromiso emocional, los amigos siempre se muestran tal cual son.

No hagas un monumento a tus muertos

Es probable que hayas sido una madre entregada a tus hijos, y lamentablemente le distes demasiado. Los hijos que reciben todo, sin medida, a menudo son caprichosos, vanidosos y egoístas. Tú hijo, emocional y socialmente inmaduro está construyendo un monumento a un muerto, no hagas tú lo mismo.

Los muertos están muertos. Permitir que su ausencia te inmovilice es absurdo. ¿Por qué permites que tú hijo te controle? ¿Por qué dejas que te maniate con sus egoísmos? Tu esposo está muerto. Tú estás viva. No te mueras interiormente, no vale la pena, no creo que tu esposo hubiera querido eso, porque cuando hay amor se desea lo mejor para el ser amado.

Un hijo maduro, entenderá que tú eres dueña de tu vida y tienes derecho a decidir lo que quieras. Al contrario, un hijo que realmente te ama te respetará, te apoyará, incluso aun cuando no esté plenamente de acuerdo contigo.

Sal a buscar al hombre que te acompañará el resto del camino. No pidas permiso, a nadie. A tus hijos sólo infórmales y aprende a ser asertiva diciéndoles:
—Si quieren me apoyan, si no, es su decisión.

Luego, cuando decidas casarte, envíales una invitación, si vienen, que lo hagan en buena onda, si no, que se queden en su reducto de caprichos egoístas. No permitas que otros manejen tu vida, eso no es justo ni racional.

Aléjate de los vendedores de amargura

Tú eliges con quien quieras estar, pero no te equivoques, las demás personas trasmiten a tu vida lo que ellos son, así que elige a personas que te apoyen, que estén contigo aun cuando no estén de acuerdo. La amistad consiste en aceptar sin condiciones.

No te juntes con vendedores de amargura. Algunos son expertos en concentrarse en el lado oscuro de la existencia, pues simplemente deshazte de ellas y  busca gente más positiva.

Las dos “amigas” que tienes, que tienen tanto miedo, en realidad proyectan en ti sus propias taras. Decirte que puedes encontrar a un “don nadie” es un insulto a tu inteligencia, una forma sutil de ofenderte. Tú vas a buscar, con inteligencia, sin desesperación y sabiendo que en una relación te la juegas por tu derecho a vivir en compañía. El amor verdadero no es ciego, mira bien, así que no le hagas caso.
Si te equivocas, con las mejores intenciones, y te encuentras a un lobo vestido de oveja, a un sapo disfrazado de príncipe, o a una serpiente susurrante vestida de adonis… pues, sigue, envíalo a la punta del cerro y continua buscando. Inmovilizarte por un error es aumentar a la equivocación una tontería, no es sabio permitir que una mala decisión te controle.

¿Puedes sufrir? ¡Claro! Es el riesgo, pero míralo en términos de la alegría que tendrás si encuentras a esa persona que llene el vacío que sientes. Una persona a quien amar y que te ame, y que esté dispuesto a acompañarte en el último recodo del camino.

No espiritualices

Lamentablemente no tienes pastor, porque el que tú llamas pastor es simplemente una persona con título, pero sin empatía. Decirte la sandés que te dijo lo retrata como alguien que no entiende ni se da al trabajo de comprender a los demás, así que no le hagas caso. Sigue adelante y has como que no has escuchado. No vale la pena detenerte en palabras que no valen la pena.

Lo que sí tienes que hacer, ya que eres una persona creyente, es entender que Dios no es casamentero. Dios no te va a buscar pareja ni ésta te va a caer del cielo. Esa idea absurda de que Dios nos pone la pareja es infantil, procede de una comprensión inadecuada de la religión. Es convertir a Dios en algo que no es. Dios te dio cerebro, úsalo. Él te puede dar sabiduría, fortaleza, discernimiento, pero siempre la decisión será tuya. Así que no espiritualices, sólo vive aferrada a su amor, y sigue los principios que Dios señala en su Palabra que están allí como guía para que te orientes, pero no para decidir por ti.

Vete a un crucero… y sé feliz

Así que amiga, busca a tu compañero. Disfruta la vida, que ésta se va en un parpadeo y antes que te des cuenta ya tendrás ochenta años y estarás cargada de años, pero, que sean años llenos de compañía, de amor, de alegría.

Cuando encuentres a tu amado, vende alguna propiedad o gasta parte de tus ahorros y vete a un crucero. Llena el resto del viaje de recuerdos felices. Eres tú la encargada de vivir tus últimos años rodeada de alegría o de amargura. Tú eliges.

Me encantaría verte en un crucero, sintiendo que el viento juega con tu pelo, que estás mirando como el sol se esconde en el horizonte y de pronto se acerca él con un vaso de jugo de piña y te sonríe con la sonrisa que da el amor y el compañerismo. Así que comienza a hacer la maleta, y deja el temor que te inmoviliza.

Me sentiría muy feliz si recibiera una invitación para participar en tu boda, de verdad que haría un esfuerzo para participar. Personas como tú, que no bajan los brazos, que están dispuestas a soñar y a continuar llenando la alforja de alegría, son las que me dinamizan, las que me motivan a seguir, las que me animan a escribir.

Amiga propongo un brindis por la vida, un brindis por tu alegría futura, un brindis por el amor… ¿qué hay más hermoso que eso?

________________________________

Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio. 


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
No se permite la publicación de este material sin la previa autorización del autor.
Read More

El dolor que ciega

PREGUNTA

"Mi esposo es anciano de la iglesia y predica, ¿será que tengo que desenmascararlo por qué él en casa nos trata mal y nos maltrata, no sólo con sus palabras, también con golpes y humillaciones de todo tipo, que ni siquiera me atrevo a contarle? ¿Debo decirle al pastor? ¿Debo dejarlo? Mi hijo mayor lo odia y yo hace mucho tiempo que dejé de amarlo, sólo le temo. He llegado a desear que se muera, y eso me deja más mal porque siento culpa. ¡No sé qué hacer! ¡A veces creo que es una pesadilla, que voy a despertar, pero un golpe suyo me devuelve a la realidad! Cuando alguna vez le he dicho que lo voy a acusar, se ríe en mi cara y me dice: ¿Quién te va a creer? Y pensándolo bien, ¿quién me va a creer? De hecho, los hermanos lo admiran y no creerían ni una palabra de mí. Por último, me ha dicho muchas veces que si lo dejo, me va a matar o se va a llevar a los niños con él. Sé que es malo pensarlo, pero muchas veces, al despertar, siento rabia, simplemente por estar viva, quisiera que Dios me llevara, y se acabaría este tormento. ¡Por favor! ¡Dígame algo! ¡Siento que todo está tan oscuro que simplemente me ahogo!”


RESPUESTA

Querida amiga:

Muchas veces recibo cartas desgarradoras, algunas tan difíciles de digerir que me duermo pensando en el tormento de otros. La tuya me llena de pena, porque no sólo vives una pesadilla sino que no estás haciendo lo que debes y cuando despiertes de verdad, puede ser demasiado tarde.

La tristeza de la violencia doméstica

Uno de los aspectos más difíciles de digerir de la violencia doméstica es que el dolor es provocado por alguien que se supone que nos ama o al menos nos amó. Alguien cercano, una persona a quien nos hemos entregado en cuerpo y alma. Ese es el componente más desgarrador de todo esto.

Como dice la Escritura:
“No me ha ofendido un enemigo, cosa que yo podría soportar; ni se ha alzado contra mí el que me odia, de quien yo podría esconderme. ¡Has sido tú, mi propio camarada, mi más íntimo amigo, con quien me reunía en el templo de Dios para conversar amigablemente, con quien caminaba entre la multitud!” (Sal. 55:12-14).
Cuando el que nos agrade es un extraño, alguien de “afuera”, una persona que nos es emocionalmente ajena, ese dolor se comparte con las personas amadas y se puede buscar refugio en los brazos de quienes han decidido amarnos. ¿Dónde se refugia el agredido cuando es el amado el que maltrata?

La tristeza debilita, produce enfermedades, cambia la perspectiva de la realidad, hace que nada más importe que lo que estamos sintiendo. Como un dolor de muelas, que no nos permite pensar en otra cosa que en el dolor que nos hace olvidar todo, sin tener en cuenta nada más.
“El dolor debilita mis ojos, mi cuerpo, ¡todo mi ser! ¡El dolor y los lamentos acaban con los años de mi vida! La tristeza acaba con mis fuerzas; ¡mi cuerpo se está debilitando!” (Sal. 31:10).
Es la tristeza y el dolor profundo que tienes que no te permite ver el cuadro completo y eso te convierte en ciega, tus ojos están oscurecidos por la realidad que vives, y no entiendes que a medida que pase el tiempo, ese dolor te terminará por destruir y no sólo a ti, también a tu familia. Estás viviendo el Síndrome del Túnel, no ves luz al final del camino, pero no te equivoques, si hay salida y está en tus manos el encontrarla.

Síndrome de Estocolmo doméstico

Eres víctima del Síndrome de Estocolmo doméstico. La violencia que has sufrido, no sé por cuanto tiempo, te ha convertido en una persona que ha llegado a creer en sus mentiras y con su agresividad te has convertido en dependiente de él.

Es cierto que él podría matarte. Así como vas es cosa de tiempo, tal vez no te mate el cuerpo, pero tu mente y tus afectos terminarán por morir en algún momento. La violencia es peligrosa, mata.

Es cierto que él podría llevarse a tus hijos, muchos violentos lo hacen y logran engañar a los jueces y otras personas, convenciéndolos que ellos, los agresores, son víctimas de los agredidos.

Todo eso es verdad. Sin embargo, quedarse a su lado es peor que la misma muerte. No sólo porque arriesgas morir, sino porque es morir de a poco y en el camino asesinar los afectos, sueños y proyecciones de tus hijos.

No sé cuáles son tus condiciones económicas. No sería extraño que él controlara hasta el último centavo, incluso si tú trabajas, cosa que no me dices en tu carta. Así que probablemente, no tendrás dinero para ir en busca de un profesional de la salud mental para que te ayude. Sin embargo, busca en tu ciudad algún grupo que colabore con violencia doméstica. Siempre hay. La violencia es tan común que muchas mujeres han entendido que la única forma de ayudarse, es ayudar. Otras han sobrevivido y salieron, y se dedican a ayudar a otras personas como tú.

Averigua en la iglesia si hay algún psicólogo o psicóloga, algún orientador o orientadora familiar, algún abogado o abogada, incluso algún médico(a) y pídeles ayuda, como hermanos tuyos, como personas que se supone entienden que el amor de Cristo debería llevarlos a ayudar. Busca un momento que no sea en la iglesia, ve a sus casas, habla con alguien, no te quedes callada. Pero sé cauta, el mayor peligro que enfrenta una víctima de violencia doméstica es cuando decide pedir ayuda.

La violencia desatada

La mayor parte de los homicidios o invalidaciones por violencia doméstica, suceden cuando la persona agredida decide pedir ayuda o dejar al agresor, así que ten cuidado. Actúa con cautela. Algunas cosas específicas que debes hacer:
  • Toma tus documentos personales y también los de tus hijos y llévalos a la casa de una persona confiable y pídele que te los guarde. Muchos agresores usan los documentos para inculpar a sus víctimas cuando saben que los van a dejar o para sacar a los hijos del país que viven, como una forma de dañar a su víctima.
  • Guarda dinero, aunque sea poco, pero no en tu casa, en otro lugar. 
  • Saca ropa de tu casa, poca, pero lo suficiente como para tener para cambiarte, y déjala en casa de otra persona. 
  • Averigua los teléfonos de emergencia de la policía, dáselos a tus hijos y tenlos tú, en tu mente. 
  • Prepárate para dejarlo. Quedarte un día más al lado del gorila (con el perdón de los gorilas) con el cual vives es simplemente un suicidio.
  • Si hay algún otro incidente de violencia, acude a la policía, y haz una denuncia, aunque no hagan nada, sólo que quede constancia. Muchos policías actuarán, pero también muchos simplemente minimizarán el problema considerándolo como una cuestión doméstica que debe resolverse en la intimidad del hogar. Muchos oficiales y agentes policiacos no sólo son parte de una sociedad que valida la violencia, algunos de ellos, la justifican y más de alguno es violento en su hogar, así que una denuncia, muchas veces no los conmueve, a menos que en tu país, como existe en algunos, estén obligados por ley a darle curso a cualquier denuncia policial de violencia doméstica.
Sentimientos de culpa

No te aflijas por lo que sientes. Es perfectamente lícito desear que tu agresor se muera, si no lo desearas serías marciana. Lo que no debes hacer, ni en chiste es tomar la justicia por tu propia mano, porque en ese caso, te convertirías en una agresora, y responder a la violencia con más violencia, genera una espiral que no acaba nunca. Además, con eso cometerías un delito y a una pesadilla agregarías ahora un infierno.

No sufras por desear morirte, es perfectamente posible, es producto de lo que vives, y Dios está más allá de cualquier ofensa que eso pudiera causarle. Job dijo en algún momento: “Sería mejor que me estrangularas; prefiero la muerte a esta vida” (Job 7:15). Dios no lo condenó por eso, de hecho, Dios entiende mucho más de lo que imaginas lo que te pasa y no le apena en absoluto, incluso que seas blasfema al pronunciar alguna palabra que pueda incluso sonar ofensiva a oídos de los legalistas que han hecho de la religión un refugio de condena.

Sólo que no te quedes en esos pensamientos, que de nada ayuda sentir lástima de ti misma, ya lo has hecho por mucho tiempo. Por ese camino sólo has generado una condición mental de víctima y sentirse víctima no ayuda, sólo colabora para la degradación de tu marido, que al verte en esa condición, alimenta el placer de maltratarte y su sensación de poder, que es lo que lo mueve a actuar como lo hace.

Levántate, nadie lo hará por ti. Busca ayuda, habla con las personas adecuadas que son los que no espiritualizarán tu dolor, sino que te darán salidas para mirar más allá de tu aflicción.

¿A quién hablar?

Los primeros que escuchan el dolor de una persona violentada generalmente son líderes religiosos y médicos, ambos grupos que en general no están capacitados para ayudar a víctimas de violencia doméstica.

En el caso de los pastores, la conducta típica es pedir paciencia, ¡claro!, como ellos se van tranquilamente a sus casas a dormir, recomendarle a una mujer que tenga paciencia es lo más cómodo. Muchos líderes religiosos sustentan lo que yo llamo “la teología del aguante”, el absurdo de decirles a los agredidos que tienen que quedarse al lado de los agresores, simplemente porque hicieron un pacto. Sin entender, que el primer día que el agresor te dijo una palabrota o que te golpeó, en ese momento invalidó el pacto, y tú, no tienes porque quedarte al lado de alguien que no sólo pone tu vida y la de tus hijos en peligro, sino que además no es fiel a su compromiso de cuidarte y estar contigo en amor.

Es indignante que muchos religiosos al decirles a las víctimas de violencia doméstica que se queden al lado del agresor se conviertan en cómplices pasivos de los que violentan. Olvidan que la Biblia dice claramente:

“No emplees la violencia contra tu prójimo” (Lv. 19:13), y no es un consejo sino un mandato.

"El Señor vigila a justos y a malvados, y odia con toda su alma a los que aman la violencia” (Sal. 11:5). Evidentemente en este versículo el poeta está exagerando y cargando las tintas, para expresar con un antropomorfismo lo que Dios siente por los violentos a quienes rechaza completamente, Dios es amor, nunca podría odiar, pero no acepta la violencia, por eso que decirle al agredido que se quede es desconocer lo que Dios mismo siente.

Muchos pastores tienen la tendencia, bien intencionada pero mal enfocada, de espiritualizar el dolor y las conductas erráticas. Es probable que te diga que tengas paciencia, que el Señor tiene medios para cambiar al violento. ¿Qué hará con ese consejo el día que el cavernícola con el que vives te asesine? ¿Qué hará ese pastor para curar las heridas que tendrán tus hijos de por vida? ¿Dónde ha estado él en todo este tiempo que no se ha dado cuenta que tú, una de sus ovejas, está siendo devorada por un lobo vestido de oveja?

Si tu esposo es anciano de iglesia, es porque ha engañado a todos. Por esa razón, seguir el camino de denunciarlo en la iglesia, es probable que no cambie nada, al contrario, muchos de tus “hermanos” te darán la espalda, por “acusar” a un “ungido de Dios”, porque muchos ante la violencia prefieren el camino de la negación.

Prefiero que sigas el camino bíblico de Mateo 18, el primer paso ya lo has hecho, le señalaste al hombre con el cual has vivido, el que se dice tu esposo sin serlo, el que rompió su pacto, su pecado y se rió en tu cara. El segundo paso es hablar nuevamente con él con dos o más testigos, sin embargo, en este punto no te equivoques. No cambiará simplemente porque lleves a un par de hermanos de la iglesia a hablar con él, si ese fuera el caso, ya lo habría hecho. Cuando él vea que su monstruosidad está al descubierto, entonces, como león herido se tornará en mucho más peligroso, así que opta por el camino de la denuncia, pero estando lejos de alcance de su violencia. Que otros sepan de su conducta, pero estando tú protegida. Lleva a familiares tuyos, a personas que te puedan proteger, no a individuos que sólo sean testigos y luego se marchen a su casa auto complacidos de “haber hecho algo” sin haber hecho nada para cuidarte y de no advertirte del peligro de quedarte al lado del energúmeno con el que has vivido. Eso será su oportunidad de cambiar. Pero lejos de ti.

Creo en el cambio, pero no al lado de un violento. Todos tienen la posibilidad de cambiar, más aún si se dicen cristianos, pero en el caso de los violentos, esa oportunidad tienen que tenerla lejos de quienes han dañado, porque de otro modo, corren el riesgo de atacar con más dureza a sus víctimas simplemente por el temor de perder poder e influencia.

Si no reacciona a esa instancia, entonces, recurre a la ley y pide que sea condenado por su delito, porque atacar a otra persona es ser un delincuente, que es lo que es el que se hace llamar tu marido sin serlo.

En esta instancia, te atacarán de la iglesia por llevar esto ante la justicia. Seguramente te sacarán el versículo de 1 Cor. 6:1 y te acusarán de “traer oprobio” sobre la iglesia al exponer un caso así ante jueces humanos. No les hagas caso. La Biblia también dice que: “los gobernantes no están para causar miedo a los que hacen lo bueno, sino a los que hacen lo malo. ¿Quieres vivir sin miedo a la autoridad? Pues pórtate bien, y la autoridad te aprobará porque está al servicio de Dios para tu bien. Pero si te portas mal, entonces sí debes tenerle miedo; porque no en vano la autoridad lleva la espada, ya que está al servicio de Dios para dar su merecido al que hace lo malo. Por lo tanto es preciso someterse a las autoridades, no solo para evitar el castigo sino como un deber de conciencia” (Rm. 1:5).

Si el que se hace llamar tu esposo, supuestamente no ha hecho nada malo, no debería temer. Sin embargo, no te olvides que según el concepto bíblico las autoridades están “al servicio de Dios para dar su merecido al que hace lo malo”. Es un “deber de conciencia” someterse a la ley que obra de acuerdo a la justicia de Dios. Así que no temas. Que los santos hagan lo que le corresponde, luego que las autoridades hagan su trabajo. De hecho, tengo la convicción de que los violentos no tienen esperanza de cambio a menos que muerdan el polvo, en otras palabras, que reciban las consecuencias de sus acciones, y caigan en el pozo, para aprender con dolor lo que han hecho a otros, luego, los santos de la iglesia, lo pueden guiar al arrepentimiento, la compensación al que ha dañado y a la redención. Buscar la salvación del malvado no exime a la iglesia de buscar la justicia, hacerlo sería negar el rol de las autoridades y no entender el perdón, en otras palabras, sería buscar impunidad y no es eso lo que la Biblia enseña.

Vivir con un cavernícola (con el perdón del Hombre Cromagnon)

El que se dice tu esposo es un hombre malo. Todos los somos, no hay justos en la tierra, sin embargo, ese hombre ha decidido conscientemente por la maldad de la violencia, como dice la Biblia: “Sobre el hombre bueno llueven bendiciones, pero al malvado lo ahoga la violencia” (Pr. 10:6). No lo justifiques, no lo excuses, es una persona malvada que ha decidido maltratarte a ti y a tu familia. La violencia siempre es una elección, nunca un destino.

Has vivido con alguien que probablemente también ha sido víctima de violencia. Pero no te equivoques, eso no lo justifica, porque hay miles de hijos violentados que han optado por otro camino. Lo que ha vivido puede explicar su conducta errática, pero en ningún caso lo justifica. Él eligió ser violento y eso no es genético, es opcional.

No temas dejarlo

No permitas que te siga maltratando. No eres culpable de la primera ofensa ni de la primera bofetada, pero si eres responsable por no haber actuado a tiempo y haber permitido que te dañara de la manera en que lo ha hecho. El que tu hijo lo odie es una señal inequívoca del tremendo daño que has permitido que ese hombre que se dice tu esposo sin serlo, le cause.

No temas dejarlo. No olvides que la Biblia dice: “El Señor juzga con verdadera justicia a los que sufren violencia” (Sal. 103:6). Vendrán algunos de tus “hermanos de iglesia” que te condenarán y te acusarán, y dirán palabras hirientes pensando que tú eres la victimaria. No les hagas caso, ellos no están en tus zapatos, por lo tanto, no tienen derecho a juzgarte. Sólo entiende que Dios está de tu lado y el juzga con justicia. Dios inventó el matrimonio, no el martirio que estás viviendo.

Dios “Escucha las quejas de los presos y salva con tu gran poder a los sentenciados a muerte” (Sal. 79:11). Así que no te aflijas, tienes a Dios, el que detesta la violencia, de tu parte. Dios, sabe que has estado prisionera de la violencia. No sientas culpa, sólo toma decisiones y no te quedes esperando un milagro, porque para que ello ocurra el que se hace llamar tu marido debería quererlo.

Deja que tu agresor viva las consecuencias de su propio error y tú hazte responsable de tu propia vida. “A los malvados los destruirá su propia violencia, por no haber querido practicar la justicia” (Pr. 21:7), pero eso ya deja de ser asunto tuyo. Entiende que hace mucho tiempo que no tienes marido. El que te maltrata rompió su pacto hace mucho rato, nada te obliga a quedarte con él.

________________________________

Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio. 


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 
No se permite la publicación de este material sin la previa autorización del autor.
Read More

Puedes hacer una pregunta

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *