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Falta de equidad y gracia

PREGUNTA

“Hace quince años que asisto a la iglesia. Soy feliz en la congregación donde estoy, sin embargo, en todo este tiempo mi esposo no me acompaña, él es una buena persona, aunque no es creyente, nunca se ha opuesto a que sea cristiana, tampoco a que mis hijos me acompañen. A él le gusta salir con sus amigos, pero siempre es muy correcto. El problema que tengo no es ese, sino lo que estoy sintiendo en este momento. Una gran angustia y un profundo sentimiento de culpa. Llegó al distrito un nuevo pastor y como supongo que hace con todos, me visitó. Yo estuve muy contenta con recibirlo en mi casa, pero luego me preguntó por mi esposo y le conté lo mismo que le he contado. Él se quedó en silencio y me dijo:


—¿Está usted segura que es una buena cristiana y ha hecho todo lo posible para que su esposo sea salvo?

Me quedé muda, y tengo rabia por eso, porque no supe qué decir, y antes que reaccionara él agregó:

—Es sospechoso que alguien que no es cristiano y que vive tantos años con una cristiana no se convierta.

Movió la cabeza en señal de reprobación y me hizo un llamado a orar más, a ser una buena esposa cristiana y a dar el ejemplo. En ese momento no pude más y me puse a llorar, de impotencia y de enojo por no saber qué contestar, y el creyendo que lloraba por arrepentimiento me dijo, como un palo final:

—Eso es bueno hermana, que reconozca su pecado, así tendrá esperanzas de que Dios pueda hacer algo por su esposo.

Luego de orar se fue, dejándome con esta angustia.

Esto sucedió hace más de un mes y estoy muy triste. Siento tanta culpa y no sé qué hacer. Siento que me dieron con un caño por la cabeza. Oro y no siento paz tampoco, me siento incluso acusada y condenada por Dios. Ya no tengo ganas de ir a la iglesia, tengo miedo de encontrarme con el pastor y su mirada de reprobación porque no me acompaña mi esposo. ¿Qué puedo hacer para quitarme esta culpa y lograr que mi esposo finalmente sea miembro de la iglesia? Esto me está matando”.

RESPUESTA

Apreciada amiga:

Siento mucho lo que estás viviendo. Cada vez que leo cartas como la tuya siento una tremenda tristeza de saber cuán lejos estamos de la gracia y cuan cerca del legalismo.

Una fe tóxica

La fe tóxica (como la califica Bernando Stamateas en su libro Intoxicados por la fe) entre otras cosas llena de culpas a otras personas. Constantemente está acusando, señalando errores, mirando la paja en el ojo ajeno, destruyendo.

La fe sana, libera, da fuerzas, otorga esperanzas, logra que las personas entiendan que siempre hay solución cuando nosotros no vemos ninguna.

Me indigna que alguien que por primera vez la visita y que no conoce a su esposo, y además, no tiene idea de la dinámica familiar que usted vive la juzgue y la condene de esa forma.

Jesús dice claramente: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes” (Mateo 7:1).

El apóstol Pablo lo dice de manera similar: “Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas” (Romanos 2:1).

Santiago, haciéndose eco de las palabras de Cristo señala: “No hay más que un solo legislador y juez, aquel que puede salvar y destruir. Tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?” (Santiago 4:12).

Cuando se juzga a otros, de manera implacable, como lo ha hecho este pseudo pastor se confunde el verdadero sentido de la gracia y la función de la iglesia.

Suelo contar una anécdota que alguna vez le escuché a un querido pastor. Él recibió de regalo de su hermano rico la posibilidad de visitar las tierras bíblicas. Cuando llegó a Israel, el pastor buscó a un guía personal para hacer un tour no tradicional e ir a lugares específicos que él quería conocer.

Iban en un vehículo recorriendo la campiña cuando de pronto él vio a un hombre que guiaba un hato de ovejas. Sin embargo, las estaba golpeando con saña y de tal forma que el pastor pidió que pararan el vehículo y le solicitó a su intérprete que le hablara al hombre.

—¡Oiga usted!, me está alterando todo lo que sabía sobre los pastores, lo que escuché toda mi vida, así no se trata a las ovejas, un pastor no las maltrata ni las golpea.

  medida que el traductor hablaba el hombre comenzaba a sonreír y le dijo al fin:

—Yo no soy el pastor, yo soy el carnicero, llevo a estos animales al matadero.

Algunos que se hacen llamar pastores, son simplemente carniceros. No están preocupados por sus ovejas, las llevan directamente a la muerte, y creen que esa es su función.

El consejo paulino

Pablo, que entendía muy bien su situación señala:


“Si una mujer tiene un esposo que no es creyente, y él consiente en vivir con ella, que no se divorcie de él. Porque el esposo no creyente ha sido santificado por la unión con su esposa, y la esposa no creyente ha sido santificada por la unión con su esposo creyente. Si así no fuera, sus hijos serían impuros, mientras que, de hecho, son santos. Sin embargo, si el cónyuge no creyente decide separarse, no se lo impidan. En tales circunstancias, el cónyuge creyente queda sin obligación; Dios nos ha llamado a vivir en paz. ¿Cómo sabes tú, mujer, si acaso salvarás a tu esposo? ¿O cómo sabes tú, hombre, si acaso salvarás a tu esposa?” (1 Corintios 7:13-16).
Pablo, que solía ser mucho más flexible que muchos de los fariseos que pueblan nuestras iglesias entendía perfectamente lo que significa estar unido en matrimonio a un no cristiano (incluso algunos comentaristas argumentan que en este caso Pablo está hablando de su propia experiencia, porque él, sin duda, tuvo que ser casado por ser miembro del Sanedrín, y una posibilidad es que habría sido abandonado una vez que se hizo cristiano).

¿Cuáles son los presupuestos que hay tras el consejo de Pablo?

1. El evangelio no es por obligación ni imposición. Por eso habla de “consentir” en vivir con un creyente, que es exactamente lo que está haciendo su esposo. Ha aceptado vivir con usted sabiendo que es cristiana. En ese caso, él la está respetando en su fe y eso es encomiable y una evidencia que su vida está siendo bendecida por su vida.

2. La unión entre un creyente y un no creyente no es el ideal, pero si se produce como en su caso, el consejo bíblico es mantener la relación hasta donde sea posible, puesto que usted puede santificar dicha unión por su vida y los principios que sustenta.

3. Incluso, si su esposo algún día decidiera no seguir con usted por causa de la fe, cosa que no es el caso, el principio bíblico es señalar que no hay que hacer problemas, porque estamos llamados a vivir en paz.

4. El apóstol no pone plazos, ni establece como norma que la esposa debe convertir a su esposo, simplemente lo deja establecido como una posibilidad, que ciertamente, incluye el respeto a la conciencia personal.

Libertad de conciencia

Nadie tiene derecho a presionar a nadie para que se convierta a Jesucristo. Quienes creen que la misión de los cristianos es ir por allí manipulando, haciendo llamados lastimeros que apelan a la emoción y no la razón, dejando a los no creyentes en una posición de sentirse contra la espada y la pared, no entienden el evangelio, menos la gracia y la actuación de Jesucristo.

Jesús nunca fue duro con los no creyentes, al contrario, sus palabras más cortantes y frías fueron para los creyentes (fariseos, sacerdotes y escribas) que habían perdido el rumbo de la religión correcta.

Nunca Jesús exhortó a las personas con manipulación de ningún tipo. Entendió que la conciencia personal es un ámbito en el que ni Dios obra. Es absolutamente personal.

Usted no es conciencia de su esposo, es su compañera. Su vida puede hacer que él se convierta a Jesucristo, pero no hay garantías. Puede ser que nunca acepte al Señor o que en el lecho de muerte decida creer. ¿Quién sabe? Mientras él consienta vivir con usted, su tarea es ser una buena creyente y ser leal a los principios que estableció Dios, pero, sin entrar en reyertas, peleas, discusiones o actitudes similares, porque de esa forma no se gana a nadie para Jesucristo.

La culpa

El sentimiento de culpa es tóxico. El carnicero que sembró en usted ese sentimiento está muy lejos de entender la gracia y la religión de Cristo.

Jesús viene a liberarnos, nunca a acusarnos. Él fue quien dijo: “Ustedes juzgan según criterios humanos; yo, en cambio, no juzgo a nadie” (Juan 8:15). Si Cristo no se atrevió a juzgar, ¿quiénes somos nosotros para hacerlo?

Albergar culpa porque su esposo no se ha convertido es lo mismo que llorar porque hoy día está lloviendo, es absurdo. Hay cosas que usted no puede cambiar, por más que lo intente. No puede cambiar a su esposo, a menos que él quiera. No puede llevarlo a la iglesia, a menos que él lo desee.

Tener sentimientos de culpa porque alguien no se convierte por mi influencia es no entender cómo funciona la mente humana. Dios no obliga a nadie a creer. Nadie llega a creer porque ha sido forzado. Por lo tanto, ese sentimiento que le ha sido sembrado es inútil.

Siga siendo una buena cristiana, una mujer de fe, pero alegre, positiva, con una actitud hacia los principios del Señor no farisea. No acuse a su esposo, viva con él. Su esposo está mucho más cerca de la gracia que algunos otros que conozco, no se hace problemas para que usted sea cristiana ni siquiera pone trabas para que sus hijos la acompañen en el camino de la fe, ¿por qué sentir culpa? No tiene sentido.

Llevar a no cristianos a Jesús

El método para llevar a personas al evangelio es la metodología de Jesús, toda otra metodología carece de sentido:

1. Jesús se mezclaba con las personas que necesitaban escuchar. En otras palabras, no les decía a las prostitutas, los publicanos y a los pecadores: “Vengan a escucharme”, él iba hasta donde ellos estaban, pero no para acusarlos, condenarlos o apuntarlos.

2. Luego, simpatizaba con ellos. En otras palabras, se acercaba a sus corazones. Iba para estar con ellos y escuchar sus dolores, angustias y conflictos. Siempre tenía una palabra de ánimo y esperanza.

3. Como estaba cerca de ellos los conocía, por lo tanto, podía ayudarles en sus necesidades, como nadie lo haría, porque sabía quiénes eran.

4. Eso implicaba que se ganaba su confianza. Los dolientes de su tiempo se acercaban a él porque llegaban a entender que él tendría alguna respuesta a sus aflicciones.

5. Sólo cuando había dado todos estos pasos los invitaba a seguirle.

Lo mismo puede hacer con su esposo.

1. Acérquese, escúchelo, no lo juzgue, no lo condene. Él la necesita porque usted es la única vía para la luz que él tiene.

2. Mientras esté usted allí para dar ánimo, esperanza y poner una nota de positividad en todo lo que él vive, él poco a poco entenderá que usted es un aporte positivo para su vida.

3. Esté a su lado para ayudarlo a enfrentar el día a día con un espíritu diferente, con una actitud positiva.

4. Mientras no juzgue ni se convierta en una piedra en el zapato, su esposo confiará en usted como una persona que tiene palabras sabias para él.

5. Si en algún momento se dan las condiciones, sin prepotencia, ni orgullo ni nada que suene a recriminación, puede decirle que la vida plena está a los pies de Jesucristo. Ore a Dios para que le da sabiduría para encontrar el momento adecuado.

Conclusión

Levante la frente. No deje de ir a la iglesia, eso será un mérito para el carnicero que la visitó en casa, no le siga el juego. Si él, con la prepotencia que ha demostrado la quiere juzgar nuevamente, no se lo permita, y simplemente limítese a decir:

—Jesús conoce, él sabe lo que vivo.

No diga más. Discutir con personas que han cerrado su mente a la gracia no sirve. Ni Jesús pudo con los fariseos de su tiempo así que no pierda el tiempo. Eso no significa despreciarlo, tenga compasión por ese hombre que se hace llamar pastor, simplemente él está viviendo en el desierto de la condenación y el legalismo, y no ha entrado aún a comer de los pastos verdes de la gracia. Si puede en algún momento dígale:

—Estoy orando por usted, para que el Señor cambie su manera de ver las cosas.

Y usted mi hermana, refúgiese en la gracia del Señor, en ese maravilloso Señor que nunca nos condena, sino que siempre está dispuesto a estar con nosotros, aún en los momentos de aflicción y error.

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Tal como en las otras respuestas, publicamos la misma con autorización de la persona involucrada. Sin embargo, quienes nos preguntan a través de nuestro blog, asumen la autorización explícita para publicar la respuesta en el mismo sitio. 

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez 

No se permite la publicación de este material sin la previa autorización del autor.
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Me siento como una idiota, me siento muy sola

PREGUNTA 

“Estoy molesta. Me enseñaron por mucho tiempo que si me portaba bien, si hacía lo que debía hacer, la vida sería más fácil. Lo que más escuché fue: “Deja que Dios guie tu vida”, “deja que él conduzca”, y les hice caso. Tengo 27 años, soy profesional, estoy soltera, y me siento muy sola. Le he orado a Dios por un marido y no llega. Soy una tonta, me siento como una idiota. Mis amigas están casadas, para más remate mi familia me molesta preguntándome cuándo me voy a casar, etc. Yo no sé si creer o no en todo lo que me dijeron. Me siento tan mal que hay días que ni siquiera duermo. Dígame algo que me ayude a salir de este callejón en el que estoy. Capaz que hice algo y Dios no me escucha”.



RESPUESTA 

Querida amiga:

Tu carta me ha dado mucha pena, porque tienes ideas tan confusas y una fe tan mal sana, que estás viviendo algo que no tendría por qué ser así.

La generación del “debería” 

Eres parte de un mundo religioso cuyos horizontes están cargados de “deberías”, que finalmente son como lastres de plomo que en vez de ayudarte a avanzar para que puedas nadar en paz, te ahogan y te hunden.

Los cristianos que enseñan que si te dejas guiar por Dios nada malo te sucederá viven lo que yo llamo la religión del avestruz. No sé si esas personas son necias o se hacen las bobas, pero a todas luces algo no funciona en su estructura mental y religiosa, al menos de manera sana.

El mundo que vivimos no es tan simple como decir: “Déjate llevar que Dios solucionará todo”. Esas personas ilusas que dicen eso se olvidan o niegan que haya enfermedades, dolor, sufrimiento y personas que eligen vivir de tal modo que con su acción dañan a otros.

Lo que te enseñaron acerca de Dios no sólo es falso, también es infantil.

En ninguna parte de la Biblia te dice que sólo seas buena, que Dios hará todo. Al contrario, la Escritura está llena de ejemplos de seres humanos interactuando con Dios, cada uno en su propio ámbito, pero haciendo, no esperando. El Salmo más estudiado de la Biblia dice: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23: 4). No dice, te sacaré del “valle de sombra de muerte”, sino te acompañaré y estaré contigo.

Un Dios de acción 

El Dios en el que creo no es pasivo, ni fomenta la pasividad, al contrario. Dios es acción, busca por todos los medios que entiendas que tienes que moverte, accionar, caminar, no detenerte.

Mi abuela que solía tener dichos y proverbios a flor de labios nos decía: “Dios ayuda a quién madruga”, o “Dios se mueve con los que se mueven”. Dios no es un Dios de pasividad, sino de acción. El Dios de la Biblia no es Budista, sino el que camina con el pueblo y actúa.

Lo que no te enseñaron fue que Dios no te buscaría novio, esa es tú tarea. Puedes pedir sabiduría o discernimiento, que es lo que Dios ha prometido darte, pero es a ti a quien corresponde moverte. Él da el discernimiento, tú haces la búsqueda.

No te maltrates 

En tu pregunta hay signos de auto maltrato. Por esa vía no avanzarás mucho, eso es simplemente señal de que estás actuando contigo misma como probablemente actuaron contigo. Una persona que ha sido violentada de algún modo, física o psicológicamente, tiende a auto maltratarse, esa vía no es sana, al contrario, te lleva por una senda autodestructiva.

¿Te equivocaste? Bueno comienza de nuevo.

¿Tomaste una mala decisión? Entonces, simplemente toma otra.

¿Elegiste mal? Aprende y sigue esa experiencia positivamente te hará más fuerte para la próxima vez.

El auto maltrato o la auto flagelación tiene el potencial de llevarnos lo que tú estás viviendo: Autoconmiseración.

Autoconmiseración y depresión 

Estás sintiendo lástima de ti misma, te estás comparando y autoconmiserando, eso te llevará a enojarte y esa mezcla te dejará en las sendas siempre oscuras de la depresión.

Deja de sentir lástima de ti misma, ¡despierta! ¿Tienes 27 años, y qué? Podrías tener 40 o 50 y el asunto sería el mismo, no estás muerta. Mientras estás viva puedes encontrar a alguien que sea tu compañero.

Deja de mirarte a ti misma como una víctima, estás donde estás porque has tomado malas decisiones, pero aprende y sigue. La vida no se acaba con los errores, al contrario. Suelo sentir compasión por los que nunca han fracasado o no se han equivocado. Pobres, tienen muy pocas herramientas para crecer y madurar.

Ponte en campaña 

Así como lees: ¡Ponte en campaña para conseguir marido! Sigue orando, pero has tu parte. Algunos tips para encontrar marido:
  1. Avisa a todo el mundo que te quieres casar y andas buscando marido. Eso no es regalarse sino ser honesta con tus expectativas, además, eso te compromete frente a otros.
  2. Aléjate de tu grupo de amigas porque seguramente andan en la misma, o porque juntarte con ellas no te ayudará en tu búsqueda. Diles que te volverás a juntar con ellas cuando estés casada. 
  3. Únete a grupos o actividades donde existan solteros potenciales como maridos. Eso significa que debes participar en grupos donde eventualmente puedas encontrar a alguien de tu edad. Si no andas buscando a un marido adolescente, entonces, busca a gente de tu edad. 
  4. Si en tu iglesia no hay gente casamentera o los conoces demasiado y ya no sólo son “hermanos” sino “hermanitos”, busca otra iglesia, hasta que encuentres a alguien que te interese. No les hagas caso a los que te dirán que tienes falta de fe por no esperar “la voluntad de Dios”. La divinidad no te llevará marido a tu puerta, esa no es su labor, tampoco lo harán aquellos que te dicen que esperes. 
  5. Procura no ser ansiosa. Si aparece alguien que te interesa no te cuelgues a su cuello como si fuera tu tabla de salvación, si haces eso lo más probable es que lo vas a asustar y saldrá corriendo. Sé más sutil, acércate con sagacidad. Estúdialo, aprende de sus intereses. A mí nunca me interesaron los coros, pero como la mujer que me atraía estaba en el coro, me uní a uno. Cuando ella se convirtió en mi novia, le confesé que no me gustaban los coros y me salí, nunca más estuve en otro, total, ya tenía la novia que quería. 
  6. Ora a Dios, pero sin desesperación. Ora con la tranquilidad de quien busca sabiduría, entendimiento o discernimiento. Has tu parte y Dios hará la suya al no abandonarte en tu búsqueda. 
Conclusión

“Las niñas buenas que se quedan orando, luego se dedican a vestir santos”. Otra de las frases de la abuela.

Debes orar, sin duda, pero actúa con inteligencia, no es grata la soledad. Dios no nos hizo para estar solos, así que ponte en acción.

Por allí, en algún lugar, anda alguien tan solitario como tu buscando a quien amar. Encerrada, rumiando rabias neuróticas del tipo “por qué ellas si y yo no”, te quedarás sola y con más angustia y no lo vas a encontrar.


Espero que me escribas para invitarme a la boda, no para comer torta, porque no me gustan, sino para verte el rostro lleno de alegría.

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Celos, patología y estabilidad

PREGUNTA

“Llevo quince años de matrimonio en todo este tiempo he procurado no sólo ser fiel, sino además no dar motivos de ningún tipo, pero mi esposa tiene celos enfermizos. Si me demoro quince minutos más de lo que debería de mi trabajo me hace unas escenas insoportables. No puedo salir solo, tengo que ir con ella a todas partes. Si alguna mujer por casualidad me mira en el supermercado ella está allí para recriminarme y maltratarme. No sé qué hacer, ya no aguanto más”.



RESPUESTA

Amigo:

En tu caso yo también no aguantaría, no sé cómo has soportado quince años sin hacer nada. Eso no es vida, estás en la cárcel y encadenado a cadena perpetua, si no haces algo van a tirar la llave de la celda y te quedarás allí rumiando amarguras el resto de tu vida.

La patología de los celos

No importa con el color que se los pinte, los celos son una patología de la personalidad y en el caso de tu esposa con rasgos paranoicos. Ella necesita con urgencia un psiquiatra, es candidata a hacer una estupidez.

Lamentablemente, como muchas falencias de la personalidad, cuando no se tratan a tiempo, el cuadro va empeorando hasta hacerse insoportable.

Celos versus amor

Celos y amor no van juntos. Es lamentable, pero con la mentalidad de telenovela que muchos tienen, donde sus mentes están infectadas de conceptos erróneos acerca de una relación afectiva sana, se supone que amor y celos van unidos, como si tener celos fuera una característica de quien ama. Eso es falso, y sólo demuestra una inmensa distorsión del amor.

El amor se sustenta en la confianza. El amor “todo lo cree” dice la Escritura, y tiene razón. Cuando no hay confianza, simplemente no hay amor. El amor real, el que vive al alero de la sanidad mental, fomenta un trato acorde y eso implica confiar.

Cuando se pierde la confianza, entonces se enturbia la relación, y en algunos casos irremediablemente.

Celos, autoestima y narcisimo

En general, los celosos tienen dos patologías de la personalidad asociadas, y de algún modo, aunque extremas, presentan características molestas.

Por un lado, problemas de autoestima. Una persona celosa tiene baja autoestima y por eso se torna en insegura y constantemente genera ideas de pérdida y abandono, vinculadas a la pobre visión que tiene de sí misma.

La solución no pasa por seguirle el juego, que en muchos casos, sólo refuerza su concepto distorsionado, sino que debe buscar ayuda para someterse a una terapia donde se le ayude a reinterpretar sus incidentes pasados que lo llevaron a esa actitud.

Lo contrario, a la manera de la ley pendular, es el narcisismo. Personas que están en el otro extremo. Es tan alto el valor que se auto asignan que llegan a creer que son el centro del universo.

En ese caso, quienes interactúan con esas personas se convierten en esclavos al servicio de sus ideas distorsionadas. En su afán de retroalimentación de su narcisismo los otros se convierten en un séquito que debe estar a su servicio como lacayos sin voz, ni voto. En el caso de un esposo, un perro faldero que debe estar a su servicio incondicional.

El amor no es cárcel

El amor no tiene nada que ver con la esclavitud afectiva. Al contrario, quienes aman deben tener sus propios espacios e intereses. Por lo que veo, en tú caso, no tienes vida independiente y eso te convierte en esclavo. De no hacer algo pronto, radical y dramático, esto ser tornará en asfixiante, tal como ya está ocurriendo.

No es transable, ella debe consultar a un psiquiatra especializado en desórdenes de la personalidad. Ponla entre la espada y la pared y dale un ultimátum. Lo más probable es que dirá que ella no lo necesita, procurará manipularte e incluso puede amenazar con matarse, o algo por el estilo, pero no cedas, sin ayuda psiquiátrica no puedes seguir y ella está expuesta a hacer algo que podría evitarse.

Responsabilidad

Lo que tú vives es una advertencia a los celos de jóvenes y señoritas inmaduros e ilusos que confunden celos con amor.

Lo más probable es que ella siempre fue así, pero, tu no entendiste la gravedad del asunto y te casaste con la ingenuidad de creer que luego sería distinto, en eso tenías razón y no te equivocaste, fue peor, como siempre sucede.

Como eres responsable de haberla elegido con esa conducta malsana tú también necesitas ayuda de algún consejero o especialista que te ayude a descubrir cómo y por qué te has dejado manipular durante tantos años, algo hay en tu personalidad que te ha llevado a esta situación sin tener las agallas para mandarla a la punta del cerro o presionarla para que pida ayuda.

Divorcio y enfermedad psiquiátrica

Muchos esgrimen la idea del texto bíblico: “Lo que Dios juntó no lo separe el hombre”, partiendo de la premisa falsa de que Dios ha unido a todas las parejas, sin admitir que a muchas las ha unido la presunción, la tozudez, el orgullo, la vanidad, la locura temporal y cuánta otra distorsión se te pueda ocurrir. Otros sostienen equivocadamente que la ceremonia matrimonial es un sello divino indestructible, sin estar dispuestos a enfrentar el hecho que muchos simplemente realizan bodas por tradición, por compromiso social, por presión de las familias, por hedonismo, y por muchas razones que algunos no estarían dispuestos a admitir ni aunque les apretaran el cuello. En ambos casos, existen otras posibilidades, que de no ser planteadas nos hacen vivir en el autoengaño y en situaciones mentirosas. Las tradiciones, sin base lógica ni bíblica, deben ser enfrentadas, o producen más problemas que soluciones.

El matrimonio es un pacto, para que se mantenga en el tiempo es necesario que ambos hagan su parte. El problema se presenta cuando se está ante situaciones de personas con patologías psiquiátricas.

Las enfermedades mentales, que tienen un amplio espectro, tienen el potencial de dañar no sólo a quienes las padecen sino a todo el núcleo familiar, empezando por cónyuges e hijos.

En ese caso, es preciso tomar resguardos para no ser afectados de tal modo de ver comprometida tu estabilidad emocional y mental.

En muchas legislaciones mundiales se permite el divorcio ante casos de patologías psiquiátricas graves. Se ha entendido desde hace mucho que dichas personas no están en condiciones de vivir una relación normal y no se puede obligar a la otra parte a vivir dicha situación.

Desde la perspectiva bíblica, eso no autoriza en ningún caso, al cónyuge sano a volver a casarse, pero al menos, podrá proteger su estabilidad mental.

Cualquier paso que des será difícil. De un modo u otro representará un esfuerzo enorme, sin embargo, la inacción no es una opción que pueda ayudar, eso podría terminar por destruirte.

No espiritualizar

Tal como hemos dicho en más de una oportunidad, espiritualizar en estas situaciones es peor. Creer que orando, y sólo orando, encontraremos solución es una forma sutil de autoengaño.

Ora para pedir fortaleza, fuerza moral, estabilidad y discernimiento para tomar la mejor decisión, pero no te quedes sólo en eso. Aunque dios tiene poder, su poder está limitado a las decisiones humanas. Dios no fuerza ni manipula, nunca, hacerlo sería romper la cadena de justicia y la ética que mueve las acciones divinas.

Conclusión

Buscar ayuda para tu esposa y para ti es una prioridad. Si tienen hijos, para ellos también, si no se hace nada será peor a la larga.

Confío en que alguna vez me escribas para contarme que están en terapia o que te has alejado para no ser destruido.


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Dependencia afectiva, el amor autodestructivo

PREGUNTA 

“No sé qué hacer, estoy enamorada, sin embargo, no estoy segura que lo que estoy viviendo sea lo más correcto. No recibo lo mismo que doy. Él dice amarme, pero habitualmente soy yo la que toma la iniciativa en todo, en la intimidad, en salir, en tener momentos para nosotros, no sé, Él dice, muy de vez en cuando que me ama y generalmente porque le pregunto. Me siento mal, aunque no sé por qué, cuando lo encaro con el tema él me dice que él es así y que no va a cambiar, que si lo amo lo debo aceptar como es. Siento que para él la situación es cómoda, tiene ropa limpia, una casa ordenada, la comida que le gusta, pero yo me siento vacía de amor. Oro a Dios para que lo cambie, pero no pasa nada. Espero haberme explicado bien”.

RESPUESTA 

Apreciada amiga:

El amor es sacrificado, pero, no demanda nuestro sacrificio. Eres una mártir del amor y en el fondo, lo que provocas no es simpatía sino compasión.

Amor y reciprocidad 

Sin reciprocidad no se puede hablar de amor. El amor exige y demanda reciprocidad, de otro modo no sirve.

¿Qué pensarías de un constructor que para ahorrarle dinero al gobierno, construyera un puente sólo hasta la mitad del río? Es lo que tú estás viviendo. Construiste tu parte, pero no recibes lo mismo. Su parte del puente no está construida y por lo tanto, por mucho que te esfuerces todo lo que hagas será inútil.

Cuando no hay reciprocidad lo que queda es el autoengaño, y no hay peor mentira que engañarse a sí mismo. El amor nunca debe exigir porque el amor es una respuesta natural, auténtica y que no tiene nada que ver con la mendicidad.

Alejarse 

A mí me gusta mucho el arte, especialmente la pintura. Recientemente estuve en una exposición de cuadros de Leonardo da Vinci, donde destacaba su famosa “Mona Lisa”. Ahí comprobé una vez más que para observar bien una pintura tienes que tener la perspectiva completa. Por esa razón, aléjate, observa los detalles, date la oportunidad para que puedas percibir que el amor no es esclavitud, que a los esclavos se los usa y abusa pero nunca se los ama. Si tú no comienzas a valorarte a ti misma, entonces un día despertarás mucho más sola como lo que estás hoy, porque será una soledad urdida a fuerza de dar de cabezazos contra la pared, la habrás forjado tú misma.

El amor que se mendiga no es digno, degrada. Un día comprenderás que no sólo has perdido el tiempo, también en ese trayecto te habrás perdido a ti misma hundiéndote en la autodestrucción, la amargura y la depresión, y ¿para qué?

Las abuelas de antaño, entre las que estaban las mías, enseñaban que había que aguantar todo, porque eso era el matrimonio. Esas pobres ancianas se quedaron sin dientes por los golpes que soportaron y sin ganas de vivir por la indiferencia que acumularon. Hacia allá vas, una vejez sin vida, la tristeza convertida en anciana.

Dios como escape engañoso 

Es un absurdo pedirle a Dios lo que él no puede hacer. Por ese camino sólo te seguirás auto engañando como hasta ahora. Lamentablemente, por ese sendero llegará el día en que terminarás culpando a Dios por tus desgracias.

El camino del autoengaño hace que la gente se ponga a buscar atajos, callejones sin salida que en nada nos ayuda. Pedirle a Dios que lo cambie es solicitarle que él lo obligue a amarte en contra de su voluntad. Pedir eso no sólo es injusto, sino que muestra que no entiendes el sentido de las Escrituras. ¿En qué parte de la Biblia dice que Dios hace que los esposos que no aman, amen?

El amor de Dios consiste en respetar las decisiones de los seres humanos. Cualquier camino diferente es simplemente imposición, manipulación, falta de respeto, y Dios nunca caerá en ese juego tan fatalmente nuestro.

Ora a Dios, sin duda, pero autorizándolo a obrar en ti para que te ayude a recuperar el respeto por ti misma, que evidentemente en este tiempo has perdido. Ora a él para que te de discernimiento y sabiduría, pero no para que manipule, eso no hace el amor sino el terror y la dictadura, y Dios no es así, de esa forma solemos ser los seres humanos que vamos por allí creyendo que se logran cambios a fuerza de injusticias y prepotencias.

Deja de sufrir 

Pon un alto a esta situación de abuso. Aléjate, no definitivamente aún, pero dile:

—Mi iré, un mes (dos o tres, como tú creas conveniente), para que en mi ausencia decidas cuán importante soy yo para ti.

Dale la oportunidad para apreciarte y para que tú recuperes el respeto por ti misma. En ese tiempo no le hables, no lo llames, no lo contactes de ningún modo y busca la ayuda de algún psicólog@ para que colabore contigo para entender el problema que tienes, que aunque no lo entiendas claramente, tiene nombre y apellido: Dependencia afectiva. En otras palabras, te has vuelto adicta, mendiga de amor y no te vas a curar sino alejándote y pidiendo ayuda profesional para reconstruir tu identidad.

El amor supone autorespeto 

Aún Jesús sostuvo que para amar hay que primero amarse a sí mismo.

Cuando leí tu carta me recordé de un perrito que conocí en Australia (perdona el ejemplo, pero es gráfico y no te vas a olvidar). Se llama “mancha”, no sé si los que le pusieron el nombre entiende que en realidad el apelativo es una metáfora de lo que le sucede.

El pobre animal fue torturado y maltratado por una joven que quería vengarse de su novio que la dejó, y que entre otras cosas, le había obsequiado el perrito. Cuando fue rescatado, el animalito estaba tan dañado que cuando llegó donde sus nuevos dueños pasó mucho tiempo antes de aceptar que siquiera lo tocaran. Ha pasado el tiempo y ahora acepta un poco de cariño, pero se acerca con la cola entre las piernas (señal de miedo), y con una sensación de precariedad que mueve a compasión. El pobre perro se arrastra moviendo su cola tímidamente y con una sensación de que no merece cariño. No tiene dignidad. Así quedan los mendigos de amor, que al final son maltratados y torturados por quienes deberían darles cariño.

El amor que implora, es tarde o temprano, una muestra grave de falta de respeto hacia sí mism@.

Toma tu maleta y márchate, lo que él necesita es un ultimátum. Si él decide que quiere amarte, entonces, pon la condición de solicitar ayuda a un consejero matrimonial o a un@ psicólog@, pero no para una consulta sino para una terapia. Si él no quiere, entonces aléjate definitivamente, quedarse es autodestruirse.

La importancia del amor 

Creo en el amor, pero no en la mendicidad. Creo en el matrimonio, pero no en el martirio. Una cosa y la otra no van juntas, por mucho que las telenovelas pretendan mostrar otro cuadro absurdo.

Seguramente no faltará quien te diga que debes soportar, pues dile a esa persona que si es tan importante hacerlo que lo haga ella y se lleve a tu marido a su casa, y tú libérate de una relación que tarde o temprano terminará por destruirte.

No me creas, por favor consulta una segunda opinión, pero antes de hacerlo pregúntate si en diez años más quieres estar así como hoy, mira hacia adelante y proyéctate, luego, consulta todo lo que quieras.

El amor es alegría 

El amor es alegría, es un paisaje de primavera, es una melodía inspiradora, es energía que te renueva.

Cuando amas quieres sentir que tú amado toca tu piel con ganas, con gozo, con pasión, no con obligación, como la tortuga que tienes al lado. El amor es contagioso de alegría, no de dengue, como en tu caso.

Si te conformas con otra cosa es como comer pan crudo toda la vida cuando podrías estar gozosa comiendo pasteles o alguna otra exquisitez. Tú eliges.

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Mi hijo no quiere verme

PREGUNTA

“Tengo un hijo de 24 años que hace un año no quiere verme y no vuelve a la casa. Tuvimos una discusión, que en definitiva sé que no fui la causante, sino que viene trayendo de mucho tiempo rencores y parece que la mala soy yo. Es un chico muy retraído y muy difícil de saber qué es lo que piensa o lo que siente. En realidad no sé bien que le pasa pero fundamentalmente lo que reprocha es que yo le he puesto mucho límite, y me dice que soy egoísta, sentimiento del cual no me hago cargo. Tengo 5 hijos maravillosos y estoy muy apenada por esta situación. No sé cómo entrarle”.

 


RESPUESTA

Apreciada amiga:

No sé de qué parte me escribe, pero por la última expresión “entrarle”, supongo que es de Centroamérica, donde he escuchado esa expresión más de una vez.

Me parece que debe cambiar de perspectiva, puesto que en la forma en que se expresa, parece que usted fuera una mansa paloma y su hijo un desagradecido.

Vamos por parte.

Edad

Su hijo no es un nene, tiene 24 años, si no se ha dado cuenta es mayor de edad, y si la acusa de ponerle límites, es porque probablemente usted lo ha estado asfixiando. Es probable que al no entenderlo usted se convierta en una madre castradora (lea mi artículo "Madres castradoras"), si es que ya no lo es. Su hijo no es un niño, ya pasó la época donde podía decirle lo que tenía que hacer y podía traerlo de la mano. En realidad, usted tiene que madurar y crecer.

Su hijo debería haber partido antes incluso. Muchas madres se niegan a dejar crecer a sus hijos, tanto física como emocionalmente. En muchos casos las mamás actúan como si sus hijos fueran su pertenencia personal, pero no lo son. Los hijos son visitas, que vienen a nuestro hogar, para formarnos a nosotros, y colaborar con su formación, para que partan y formen sus propios hogares.

Si una persona adulta se siente asfixiada, entonces, es porque lo está. Si me hablara de un chico adolescente, la cosa sería distinta, puesto que los adolescentes están jugando o peleando con los límites, probablemente ha sido demasiado posesiva y éste es el resultado.

Lo correcto es que a medida que los hijos crecen las reglas sean cada vez menos. El objetivo de la disciplina no es gobernar a los hijos, sino lograr que ellos sean independientes y tengan autonomía. Cuando los padres están constantemente diciéndoles a los hijos lo que tienen que hacer, simplemente no los dejan crecer y los asfixian.

Por la forma en que escribe, estoy tentado a creer que usted es de este grupo, porque no se hace cargo de nada, lo que siempre es complejo, porque siempre en las relaciones interpersonales hay culpas compartidas.

Retraimiento

La timidez es aprendida. Las personas retraídas en muchos casos lo son por el tipo de vida que han tenido o por la familia.

Usted menciona a cinco hijos, no me dice qué número de hijo es este joven. Pero, es más o menos normal que en familias numerosas algunos hijos sean retraídos, ya sea porque son diferentes al resto, o porque los padres han dedicado más atención a unos que a otros, o porque de algún modo han sido opacados por alguno de sus hermanos.

Esto además, es relativo, puesto que muchos hijos son retraídos en sus casas, pero no lo son fuera de ella.

Por  lo que veo no conoce bien a su hijo. Si él ha sido capaz de irse de la casa, estar casi un año sin volver a casa, es porque tiene carácter fuerte y se las puede arreglar solo.

Con los hijos retraídos no se arreglan las cosas imponiendo, ni haciendo como que usted tiene la última palabra ni nada por el estilo, eso no ayuda en lo absoluto. Al contrario, como tortuga lo único que logra es que él esconda la cabeza. Los hijos retraídos son como los caracoles, a palos no salen nunca, pero si los pone al sol, lueguito asoman la cabeza.

Inocencia materna

Lo que más me preocupa de su carta es su “inocencia”. Si usted estuviera totalmente libre de responsabilidad, no me estaría escribiendo.

Es un error creer que las relaciones interpersonales se deterioran sólo por la culpa de otros, eso no es serio ni maduro. Siempre, en todo vínculo, hay dos partes. En esto lo que hay es responsabilidades compartidas.

Su hijo, aún cuando es adulto, es joven, por lo tanto, seguramente es más impulsivo y está en proceso de maduración. Pero usted, con cinco hijos, hace rato que maduró… está medio pasadita, por lo tanto, es de esperar que quien debe actuar con madurez es usted, y no su hijo.

Por lo visto, en todo este tiempo usted no ha cedido nada, y sólo espera que su hijo regrese. Eso no es correcto, ni maduro de su parte. Él es un adulto, y tiene todo el derecho de irse y no volver más, sin embargo, usted seguirá siendo su madre permanentemente y él su hijo, no pueden estar así.

Es importante que usted dé el primer paso. Tráguese su orgullo, busque a su hijo, y cuando lo haga, muérdase la lengua. No se va a hacer las paces con un garrote en la mano. Búsquelo, es la madre. No pierda la oportunidad de reconciliarse con su hijo. Escúchelo, es probable que algo no haya entendido. Si él es responsable, espere que las cosas se arreglen y cuando estén bien, dígale lo que piensa, pero no en son de reproche, sino para que él comprenda su punto de vista, pero no imponga, él tiene todo el derecho del mundo a pensar diferente. No olvide, que por muy delgada que sea una hoja siempre tiene dos lados, no se conocen ambas caras del asunto, con reproches, recriminaciones o cosas por el estilo.

Por otro lado, la solución no es que su hijo regrese con usted, él ya creció y tiene todo el derecho del mundo a buscar su propio camino. Pero, la reconciliación es otra cosa, no procurar reconciliarse no es sano, tarde o temprano eso puede provocar un efecto muy alto en su vida y en la de su hijo.

Conclusión

La vida es demasiado corta como para no ponernos en paz con los que amamos. El amor abre puertas y enternece corazones. Pelear no vale la pena, siempre se nos va la vida en ese camino. Alguien dijo que la mejor manera de ganar una discusión es evitándola, y en parte estoy de acuerdo. Las polémicas y discusiones no sirven.

Busque a su hijo, háblele, usted puede hacerlo. Si su amor se ve en su forma de actuar y en la manera de tratarlo, seguramente su hijo tendrá otra actitud. Estar separado de su hijo simplemente porque usted cree que no tiene responsabilidad alguna, simplemente no ayuda para nada.

Confío en que Dios le de sabiduría para hacer lo correcto.

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Estoy viviendo un martirio en mi matrimonio

PREGUNTA

“Estoy viviendo un martirio en mi matrimonio. Con mi esposo nos conocimos sólo tres meses y decidimos casarnos. Yo conocí a su familia sólo dos semanas antes de casarnos. Él me trajo a vivir a la casa de su madre, donde viven además otros dos familiares. Tenemos un hijo pequeño.

Desde un comienzo hemos tenido problemas. Los familiares son alcohólicos sólo uno de ellos trabaja. Ellos se meten en mi vida y en la crianza de mi hijo. Mi esposo al principio me defendió, pero él no está en casa todo el día.

En la casa de mis padres tenía todas las comodidades, viví siempre bien, con todo lo necesario y más. Sin embargo, cuando me casé con él no tenía nada, ni lavadora. Sin embargo, estaba enamorada y pensaba que con eso era suficiente. Pensé tontamente que como estaba embarazada él me ayudaría a lavar la ropa, a hacer el aseo o colaborar de algún modo. Sin embargo, nada de eso hizo y con el tiempo, cada vez es peor.

Luego nació el niño y la cosa fue más difícil, él ni siquiera se molesta en levantarse en la noche si el niño llora o necesita algo. Al mes y medio de nacido nuestro hijo él perdió el trabajo. Yo soy una mujer de lucha, así que salí a buscar trabajo y encontré. Sin embargo, tenía que venir a darle de amamantar al niño y luego volver, lo hacía caminando para no gastar dinero en locomoción. Llegaba muerta de cansancio, las rodillas me tiritaban de cansancio, pero él no me ayudaba en nada. Le rogué que me ayudara y al menos me llevara al niño al trabajo para darle de mamar, pero nada. Luego conseguí un trabajo llevando costura a casa, tenía que ir a buscar y dejar el tremendo peso, pero él tampoco nunca quiso ayudarme. Al fin él consiguió otro trabajo, menos mal.

Nuestra vida está cada vez más difícil. Ya no tenemos intimidad, y aunque le digo por qué él no dice nada. Hace poco me salió con que él está decepcionado porque cuando estuvo sin trabajo yo lo humillaba. Realmente no sé cómo, porque lo único que hacía era pedirle que me ayudara un poco, cosa que nunca hizo. Él me dice que yo intentaba tratarlo como empleado. Al contrario, cuando yo trabajaba él de mala manera me decía: “Sírveme comida”. Ahora tenemos internet en casa, así que cuando él llega del trabajo, se pasa derecho a la computadora, a veces ni me habla a mí ni al niño.

El otro día le dije si estaba dispuesto a recibir charlas matrimoniales y él encogió el hombro y me dijo que le daba lo mismo. Yo me sentí dolida y le dije que él no se daba cuenta de nuestra crisis. El simplemente respondió que yo era demasiado sentimental y emocional, como todas las mujeres.

Realmente me siento mal y no sé qué hacer. No sé hasta cuando voy a soportar toda esta situación. Él es una persona que se esfuerza en la iglesia, de hecho es dirigente, pero en relación a nuestro matrimonio… no hace ningún esfuerzo que se note”.

RESPUESTA 

Apreciada amiga:

He puesto casi todo el contenido de tu carta, omitiendo algunos párrafos y los datos personales. La razón de hacerlo, cosa que a menudo no hago, es simplemente para mostrar con tu caso una situación que a menudo se repite y se mantiene con alarmante constancia.

En primer lugar, tu carta se parece al guión de una telenovela mexicana. Tiene los ingredientes y el drama para eso. Por eso, quiero decirte que debes dejar el drama y tomar decisiones. Si no lo haces, dentro de algunos años estarás peor y en una situación de mayor conflicto. Mucho de lo que vives y has vivido es simplemente indignante, me he enojado leyendo lo que me dices, y también he sentido mucha tristeza por ti, por tu hijo, por tu esposo.

La pereza cubierta de machismo 

Lamentablemente tu marido, aparte de ser flojo, cómodo y perezoso, es un machista digno para un psiquiatra y un abusador. Me indigna su actitud, porque con lo que hace simplemente te maltrata.

Pero en todo esto, la que tiene la culpa eres tú. Él ha actuado así porque tú lo has permitido. Deja de reclamar, de llorar, de implorar. Por ese camino no se consigue nada con los machistas, al contrario, te desprecia porque los de su calaña ven a las mujeres como lloronas, histéricas y sensibleras, y tú le estás dando la razón.

Eres una mujer de lucha. Lo demostraste saliendo a buscar trabajo mientras el flojo de tu marido se quedaba contando las hormigas de la cocina. Así que deja de llorar, y dale un ultimátum. Tú no eres una sirvienta eres su esposa. Si él no lo entiende, entonces, no vale la pena quedarse al lado de un sinvergüenza que el día de mañana te va a seguir maltratando.

Vivir con la familia 

El primer error, que ha posibilitado los demás, es que has permitido algo que bíblicamente es incorrecto. La Biblia señala que la primera condición para formar un matrimonio es:
Cortar con padre y madre (Génesis 2:24). 
La expresión cortar implica eso, dejar, abandonar, separar, no estar más. Al vivir con su familia no sólo te estás dañando, sino que no has podido crecer como pareja. Es un error vivir con la familia, más si se vive con la mamá de él, puesto que la mayoría de los machistas tienen madres que también lo son, así que lo más probable es que su madre lo crió así, como un flojo rematado que no es capaz de tomar un vaso de agua si alguna mujer no se lo pasa.

En la vida, por muy pequeños que sean los actos, éstos siempre tendrán una consecuencia.

El error de casarse sin conocer 

Lamentablemente cometiste el error de muchos jóvenes que se enamoran del amor y no de la persona. Tres meses de conocerse no es nada. Nuestra recomendación es que antes de casarse deben conocerse al menos 6 meses a dos años y medio, pero de verdad, visitando a su familia, participando en actividades diferentes, etc. No como tú, que conociste a su familia dos semanas antes.

El otro error fue haberte embarazado enseguida. Nuestra recomendación es que las parejas estén al menos tres años sin hijos, para que aprendan a vivir juntos, se adapten y creen las condiciones para la llegada de otro ser humano. Aún las aves preparan el nido antes de poner huevos.

Decisiones que debes tomar 

1. Ándate de la casa de tu suegra. Ojalá mañana mismo. Ponle un ultimátum a tu esposo. Dile que si no busca una solución te irás sola, pero no te quedes allí ni un minuto más. El dicho dice: “El que se casa, casa quiere”. Yo lo digo de otra manera:
El que se casa, casa quiere… y lejos. 
2. No te embaraces de nuevo. Consulta a un médico y realiza un método de control de natalidad adecuado para no embarazarte. Tener otro hijo, en las condiciones en que estás viviendo, es simplemente un acto de irresponsabilidad.

3. Pon a tu esposo en su lugar. Es tu compañero y tú no eres su esclava doméstica ni sexual. Por lo tanto, comienza diciéndole que las responsabilidades de la casa se las repartirán. Él hará algunas y tú otras. El compadre flojo (es como la mandíbula de arriba, no hace nada), seguramente va a reclamar, se enojará, llorará como mocoso caprichoso (porque así lo crió su mamita), pero no cedas. No le laves, no le planches, no le hagas comida, no lo atiendas. Nació con brazos, piernas y supongo, aunque estoy con dudas… con cerebro. Tú trabajas, no es justo que llegues a casa a atender a un vago. Por último, si no trabajaras fuera de casa, atiendes a un niño que en muchos casos es más cansador que un trabajo de ocho horas fuera de casa, él debería llegar a casa a atenderte a ti.

Internet, abuso y evasión 

Internet es una maravilla, pero cuando se mal usa se convierte en una evasión. Él es una persona con serios problemas emocionales, así que busca el computador como una manera de evasión, así que muy simple, toma los cordones del computador, el que lo alimenta de energía y el que conecta la pantalla, ponlos en una caja con llaves y esconde la llave.

Cuando llegue va a preguntar y le dirás:

-No te voy a entregar nada hasta que conversemos y pongamos los puntos sobre las iés. Si el machista flojo de marido que tienes se enoja e intenta agredirte verbal y físicamente, toma la maleta que ya la tendrás lista y ándate. Sacude tus pies y márchate. Quedarse al lado de alguien que no te valora, es simplemente un acto suicida.

Seguramente algunos de los fariseos de la iglesia romperán vestiduras y te dirán que debes ser una esposa paciente y debes orar. Incluso, alguno que lea lo que estoy escribiendo te dirá que eso es atentar contra el matrimonio. Pero no les hagas caso, ellos no viven con el Neanthertal de tu marido, sólo tú sabes lo que vives. ¡Qué lástima que sea dirigente de la iglesia! Es como muchos que conozco, espiritualizan la vida y luego maltratan a sus esposas. En la iglesia tienen cara de culto y en su casa son ogros.

En realidad, para ser honesto, en primer lugar, no me interesa tu matrimonio. Lo primero que me preocupa es tu equilibrio emocional, tu dignidad y la armonía interior que estás perdiendo. En estos casos, el matrimonio pasa a segundo lugar, lo que importa es que Dios no creo el matrimonio para que las mujeres sean sirvientes sino compañeras. Dios no planeó una institución donde los varones traten a sus esposas peor que animales, ese es el plan del diablo, y como dice la Biblia, hay que alejarse del mal (es el otro nombre que tiene tu marido).

Contigo pan y cebolla 

Ese dicho, repetido en telenovelas cebolleras y dignas de novelas de Corín Tellado es una plaga, un virus que ataca directamente el cerebro de muchas mujeres que leen tonterías. La verdad es que no existe tal cosa, y quienes lo creen se quedan sólo con las cebollas.

El que tu marido se quede tan relajado viendo que su esposa sale a trabajar, y no es capaz de llevarle ni siquiera el niño para amamantarlo, y luego cuando ella consigue un segundo trabajo, el compadre no es capaz ni de ayudar a cargar los bultos, y luego tiene la desfachatez de exigir comida… es para agarrarlo del cuello y no para hacerle cariño. Eso no es matrimonio es abuso. ¿Cómo es posible que después se sienta herido porque tú le pediste ayuda? ¿Cómo puedes caer en su juego y creerle a tamaño espécimen Neanthertal? Hasta Pedro Picapiedras ayuda en su casa...

Búscalo por la buena. Habla con él, trata que razone. Pero algunos consejos para hacerlo:

1. Haz una cita. Llámalo para hablar contigo en un lugar neutral. En la plaza, en un restaurant, a orillas del mar, donde sea, pero donde haya testigos y no esté solo. Lo suficientemente privado para hablar, pero suficientemente cercano a otras personas para que el Neanthertal que habita en él no salga.

2. Busca un momento de descanso, un día domingo en lo posible, y que sea en la mañana, no de madrugada, pero no de tarde, para que esté descansado.

3. Lleva anotado lo que le quieres decir. Le dices que escuche, que quieres hablar, y que por favor, no diga nada hasta que termines.

4. Todo lo que digas tiene que estar en función de un acuerdo. Los acuerdos son compromisos donde existen pactos donde dos personas deciden poner su parte. Con el espécimen de marido que tienes, lo más probable es que no querrá hacer nada, así que en ese momento establece un ultimátum, claro y con fecha.

La sexualidad no es el problema 

Muchas mujeres, especialmente las que han bebido de la reina de las cebollas latinas, Corin Tellado, y otras de su singularidad, creen que los problemas matrimoniales se arreglan en la cama.

Pero no, es al contrario, la vida sexual es simplemente reflejo de la vida que llevan. Es evidente que tu vida no marcha y eso se refleja en la apetencia sexual de él y en la forma en que enfrentan su vida íntima. No es posible que a la edad que tiene no tenga deseos sexuales, el problema es otro, psicológico, emocional y tiene que ver con el estilo de matrimonio que han construido.

Por lo tanto, la vida sexual es un síntoma, no es el problema. Lee mi libro Sexo y amor, y comienza a estudiar el tema. Si los otros asuntos de tu vida se solucionan, evidentemente tu vida sexual tomará otro giro.

El necesita aprender que está casado con un ser humano que tiene dignidad, mientras eso no ocurra, te verá como un bulto con el cual en ocasiones tiene encuentros sexuales, eso es lo mismo que tener vida sexual con un muñeco de hule, no sirve más que para dañar la autoestima y tú dignidad.

Conclusión 

Es probable que algunos pasajes de este email te parezcan duros, pero quiero decirte que es mucho más duro y difícil lo que te espera si no tomas decisiones. La vida se tornará cuesta arriba y en pocos años serás una sombra de la mujer que fuiste, y ¿para qué?

Creo en el matrimonio, pero no en el martirio ni en el abuso. No le tengo lástima a los Neanthertal que se hacen llamar maridos, al contrario me dan pena por lo que provocan y por lo que se ocasionan a sí mismos. ¡Ni el Espíritu Santo puede con ellos si no se arrepienten ni deciden tomar otras decisiones! ¡Dios no transforma a nadie a la fuerza! (ojalá el Neanthertal de tu marido lea esto, a ver si recapacita).

Los abusadores no cambian con ruegos, sino con acciones concretas. Eres la arquitecta de tu propio porvenir, tú decides qué tipo de vida quieres vivir.

Deja de llorar y ponte a trabajar. Si no resulta, no te olvides que siempre es infinitamente mejor estar sola que mal acompañada (y hace rato que estás pésimamente mal acompañada). Empieza a usar el cerebro, apaga las telenovelas y tira a la basura a la Corín Tellado.

Si tu marido reacciona, bien por él, señal que aún le quedaba una neurona buena. Si no reacciona, deja de llorar y busca otro rumbo antes que te destruya. Tuya es la decisión. Tuya es tu vida. Pregúntate: ¿Es lo que quiero estar viviendo dentro de cinco o diez años? ¿Es el proyecto de vida que tengo, llorar y ser abusada el resto de mi vida? ¿Es el tipo de vida que quiero darle a mi hijo? Luego, contéstate y toma una decisión.
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